Pocas personas habrán olvidado a Jesse Grass, aunque su nombre no les suene. Grass es el activista por el medioambiente al que Lisa Simpson va a visitar en prisión, después de una de sus protestas. Allí, al otro lado de los barrotes, cuando la mediana de los hijos de la familia Simpson le dice que es vegetariana y está pensando en "abrazar el veganismo", él responde: "Yo soy vegano de nivel cinco: no como nada que arroje sombra". Ciertamente es una exageración, pero dentro del grupo de personas que no se alimentan de productos animales existen muchas tendencias.

Vegetarianos y veganos tienen muchas similitudes, pero también grandes diferencias: sus dietas se basan, principalmente, en alimentos no animales, aunque en el caso de los primeros sí se incluyen en la dieta alimentos derivados de los animales, como los lácteos o los huevos, mientras que en el veganismo cualquier comida que tenga procedencia animal queda descartada. Dentro del veganismo existen muchas corrientes; una de ellas es el crudiveganismo, una dieta que plantea el alimento únicamente de alimentos crudos, como frutas, pero también verduras o semillas.

El hecho de que se coman crudos todos estos vegetales implica que no se cocinen, entendiendo el cocinado como "cualquier proceso que eleve a más de 42 grados la temperatura de los alimentos", según la definición del cocinero y fundador de la academia de comida vegana Luis García. No obstante, él mismo señala que el crudiveganismo no suele implicar un estilo de vida al 100%, sino que es "más una tendencia que un valor absoluto", es decir, se podría considerar a alguien crudivegano siempre y cuando se alimente, en un gran porcentaje, de vegetales crudos, pero sin que ello implique que no pueda tomar alimentos cocinados.

Ahora bien, García también recuerda que "no todo el mundo puede ser crudivegano" y, menos aún, de golpe: "Lo ideal es adaptar el consumo de crudos a tu realidad digestiva", apunta, porque cada cuerpo reacciona de una manera diferente, y puede que un alto porcentaje de consumo de crudos no sea saludable para una persona.

Además, señala que no es lo mismo ser crudivegano en un lugar cálido que en un lugar frío y seco, con inviernos largos; en este último caso, el cuerpo necesita una alimentación más calórica, para tener la energía suficiente que necesita el cuerpo humano para mantener la temperatura corporal, por ejemplo.

Alimentos de la dieta crudivegana

  • Frutas
  • Verduras
  • Hortalizas
  • Todo tipo de setas y hongos
  • Frutos secos
  • Semillas
  • Algas
  • Cereales germinados
  • Legumbres germinadas
  • Aceites prensados en frío

Recetas para una dieta crudivegana

Si bien la dieta crudivegana descarta muchos alimentos, también se pueden preparar diferentes platos siguiendo la tendencia de incluir sólo productos en crudo. El caso más claro de dieta crudivegana es el de las ensaladas, que en su mayor parte son crudiveganas, siempre que no incluyan carnes, huevos o salsas, por ejemplo. Una ensalada de lechuga, tomate, cebolla, aceitunas, espárragos y maíz, por ejemplo, es una perfecta ensalada crudivegana.

Pero además de las ensaladas, existen otros platos muy conocidos que son crudiveganos: es el caso del guacamole (que se prepara a base de aguacate en crudo, cebolla, limón o lima y cilantro y, de manera opcional, tomate) o del gazpacho (a base de tomate, pepino, ajo, aceite y, en ocasiones, pimiento, aunque para que sea un gazpacho crudivegano no ha de llevar pan).

Mientras que el hummus es una receta vegana pero no crudivegana (los garbanzos han de cocerse), otra opción que sí puede incluirse en la lista de recetas crudiveganas es el tahini o pasta de sésamo, que se prepara a base de sésamo, aceite y sal, y que si bien se puede hacer tostando el sésamo, también se consigue un buen resultado utilizándolo en crudo.