Llega el 1 de diciembre y miles de personas abren la primera de las 24 ventanillas de un calendario lleno de regalos —principalmente chocolates— para ir calentando motores de cara a la Navidad. Mientras para muchos la época navideña arranca con el 'All I Want for Christmas is You' de Mariah Carey y para otros lo hace con el anuncio de la Lotería de Navidad, los hay que este pistoletazo de salida no se da hasta que se puede encetar el calendario de adviento. Ahora bien, ¿de dónde viene esta tradición navideña? Como todo lo que tiene que ver con estas fechas, el origen del calendario de adviento es, obviamente, religioso.

Primero hay que partir del concepto de adviento: el adviento es el arranque del año litúrgico cristiano y es el tiempo de vigilia, de preparación para el nacimiento de Cristo —de hecho el término procede del latín 'ad-venio', que significa 'venir' o 'llegar'—. El adviento está integrado por los cuatro domingos más cercanos a la Navidad, por lo que puede llegar a durar entre 22 y 28 días. En 2022, por ejemplo, el adviento arrancó el 27 de noviembre, exactamente cuatro semanas antes del domingo 24 de noviembre, Nochebuena, víspera de la Navidad, por lo que este año el ciclo del adviento dura 28 días. De los cuatro domingos de adviento, uno de ellos, el tercero (que en 2022 es el 18 de diciembre) también es conocido como 'gaudete'.

Aunque cada confesión tiene su particularidad, el adviento es una celebración común en prácticamente todas las comunidades cristianas, desde la Iglesia católica hasta la anglicana, pasando por las ortodoxas y las protestantes. Durante el periodo de adviento se coloca en algunas iglesias y en muchas viviendas la popular corona de adviento, una corona de ramas de pino con cuatro velas, una por cada uno de los domingos de adviento y que se corresponde, según algunas tradiciones, a una virtud que mejorar esa semana: el amor, la paz, la tolerancia y la fe.

El calendario de adviento, una tradición desde Alemania

Desde principios del siglo XIX los protestantes alemanes marcaban los días del adviento encendiendo una vela por día, pero también marcando ventanas o puertas con una raya de tiza cada día, en lo que parece ser el germen de los calendarios de adviento. El primero impreso se le atribuye a la compañía Reichhold & Lang, de Múnich, gracias a la idea de Gerhard Lang quien, siendo niño, pegaba 24 dulces en su calendario para contar los días que faltaban hasta Navidad. Ya de adulto, a cargo de la empresa Reichhold & Lang, imprimió su primer calendario de adviento de cartón, con pequeñas ventanas que escondían pequeños regalos.

La escasez de papel y los vetos del nazismo casi hacen perder esta tradición

Reichhold & Lang cerró poco antes de que estallara la segunda Guerra Mundial y, según explican en 'Doing History in Public', un blog editado por historiadores de la Universidad de Cambridge, una vez que estalló el conflicto se sumaron varios factores que hicieron que los calendarios de adviento dejaran de colgarse en las paredes de los alemanes durante las Navidades: la escasez de papel y cartón durante la guerra, y la prohibición del nazismo de imprimir calendarios con imágenes dejaron en 'standby' esta tradición. No obstante, tras la guerra, fue Richard Sellmer, desde Stuttgart, el que decidió recuperar esta tradición, creando un calendario de adviento ambientado en un pueblo invernal típico navideño.

En la década de los cincuenta, los calendarios de adviento de Sellmer se exportaron a Estados Unidos y a día de hoy es la empresa estrella de calendarios de adviento a nivel mundial. Sellmer vende calendarios de adviento desde tradicionales a regionales, pasando por los victorianos y, cada año, ediciones nuevas. "Es un producto tan bonito que el entusiasmo se ha ido transmitiendo de generación en generación", asegura Annette Sellmer quien insiste, además, que siguiendo la filosofía de la compañía, "lo que se muestra detrás de cada ventana debe coincidir con el motivo del calendario".

Aquel calendario original de Sellmer, que se vendió bajo el nombre 'Die kleine Stadt' ('El pequeño pueblo') fue diseñado y creado a mano por el propio Sellmer, desde el salón de su vivienda en Schmellbachstraße, en frente de donde se encuentra actualmente el edificio principal de la empresa. Sellmer fue el primer proveedor alemán a quien se podía comprar calendarios de adviento.