ARTE Y ENCANTO EN LA PROVENZA FRANCESA
Un hotel rural que tutea al Louvre, al Prado y a la National Gallery
En la Provenza francesa, una casona es mucho más que un hotel con encanto. Se trata de La Colombe d'Or, la posada preferida de Picasso, Chagall, Mirò o Matisse, que pagaron con sus obras, incluso con frescos en las paredes, en vez de con dinero. Hoy, este santuario del arte es el refugio de Bono, Gwen Stefani y otros famosos apasionados por el arte contemporáneo.
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Saint Paul de Vence es un pequeño pueblo de la Provenza francesa en el que la vida transcurre tranquila. Se encuentra en las escarpadas montañas que rodean la Costa Azul, a no demasiados kilómetros de Niza y muy cerca de Antibes, Grasse y Cannes. Sin embargo, lo que podría pasar por un pequeño pueblo más con encanto de la región esconde todo un paraíso artístico.
O más bien, una única casa del pueblo, la que alberga el pequeño hotel rural La Colombe d'Or (La paloma de oro), quizás el hotel con la decoración más cara del mundo. Y es que su interiorismo está firmado por Picasso, Chagall, Matisse y así más de una docena de grandes artistas universales del último siglo.
Y todo porque esta pequeña casa de huéspedes lleva fascinando desde décadas a artistas de toda condición. La historia comienza en 1920, cuando abre sus puertas un albergue familiar al que bautizan como Chez Robinson, en el que, además de descanso, se brinda la posibilidad de tomar bebidas en una terraza al fresco así como pasarlo bien en pequeñas fiestas los fines de semana, abiertas al pueblo y no solo a los clientes. Fue la idea inicial de Paul Roux, un granjero local que quiso así cumplir un sueño que tuvo mientras combatía en la Primera Guerra Mundial.
Abrió el hotel con su esposa Titti, que fue quien le convenció de que no solo creara un café-bistró, sino que fuera más ambicioso y abriera, conjuntamente, un pequeño hotel junto al negocio. Se trataba de un lugar sencillo, de apenas tres habitaciones. Poco a poco, el encanto del lugar sedujo a los grandes nombres que pasaban sus vacaciones y largas temporadas en la Costa Azul. Hemingway o los Fitzgeralds se convirtieron en habituales, así como Isadora Duncan. Fue entonces cuando le cambiaron el nombre, más atractivo.
Pero fue durante la Segunda Guerra Mundial cuando el hotel se convierte en un símbolo artístico. Braque, Léger, Picasso, Chagall o Renoir fueron algunos de los que pasaron por allí en busca de un respiro, un refugio en el que desconectar del conflicto en la medida de lo posible, así como para disfrutar de comida casera, que no dejó de cocinarse allí.
El matrimonio Roux entabló amistad con los artistas y, aunque no tenían formación, empezaron a ofrecerles alojamiento a cambio de sus obras. Muchos de ellos no eran aun famosos, o sus obras, al menos, no tenían el valor actual. Además, no solo fueron cuadros al uso lo que se convirtió en honorarios, sino que los propios artistas dejaron huellas indelebles en la propiedad en forma de frescos en las paredes, mosaicos, instalaciones, esculturas... Esto convirtió a la posada en lo que sigue siendo hoy: el hotel con mayor poderío artístico del planeta en apenas unos metros cuadrados.
Tal es la magnitud de su arte concentrado que sigue fascinando a famosos y artistas de todo el mundo, que peregrinan hasta aquí para ver con sus propios ojos lo que han visto antes en fotografías. Bono o Gwen Stefani son algunos de los incondicionales de La Colombe d'Or. Ellos pueden explicar qué se siente comiendo junto a un fresco de Chagall, tomando una copa al lado de un mosaico de Miró en una piscina o junto a una escultura de César Baldaccini, pasando por pinturas de Matisse. Y eso es solo lo que se ve, pues la colección privada de los Roux es mucho más impresionante, y pocos saben de su dimensión real, así como de su valor.
Todo un hotel que no deja indiferente y que provoca más de un síndrome de Stendhal. Por cierto, si te interesa pasar allí la noche, los precios parten de 200 €; pero siempre tienes la opción de ir solo a comer y, de paso, extasiarte de arte.
Más información:
La Colombe d’Or
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