Galle, un legado colonial frente al Índico

La ciudad fortificada de Galle es uno de los lugares más emblemáticos de Sri Lanka, de ahí que no falte en la ruta que realizan los concursantes de esta edición de Pekín Express. Se encuentra al suroeste de la isla, a 120 kilómetros de Colombo, la capitalm y gracias a su gran puerto ha sido un lugar fundamental para las rutas comerciales entre el Medio Oriente, India y el Sudeste Asiático.

Fue construido por los portugueses en 1589, los primeros conquistadores. Posteriormente fue territorio de los holandeses, que ampliaron la fortificación, y terminó pasando a los ingleses en 1796. Este paso por tres culturas resume la historia y construcción de la zona, que ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por ser la estructura colonial mejor conservada de la isla.

Desde el siglo XVIII, Galle reúne en su paisaje los elementos de una plaza fuerte. Catorce bastiones están integrados en la muralla y un puente levadizo protege la puerta fortificada del norte de la ciudad. Antiguas viviendas holandesas, con muros de piedra tallada y anchas puertas, bordean aún hoy las calles empedradas de Galle; también son interesantes las construcciones coloniales inglesas, reconvertidas en bonitos hoteles.

Los precios de los hoteles del interior de la ciudad fortificada no son bajos, pero merece la pena alojarse en ellos y transportarse al pasado colonial. Por ejemplo, en el Galle Fort Hotel, una edificación con corredores sobre grandes columnas, alrededor de un jardín con piscina, camas con dosel y mosquitera, ventiladores de aspas en el techo y un piano en el salón nos trasladan a la época de la película Indochina. También en el Hotel Amangalla, una imponente construcción colonial con piscina y spa, suelos de teca y camas con dosel, dispone de vistas a los jardines tropicales de la ciudad fortificada y su decoración es totalmente colonial. O en el The Dutch House, una imponente casa colonial acondicionada con muebles tropical-colonial, lámparas de araña, bañera con patas, piscina y jardines. Estos tres hoteles son sólo una pequeña muestra del lujo de alojarse dentro de la ciudad fortificada.

La ciudad destaca también por su comercio, sobre todo por la venta de piedras preciosas. Galle está llena de joyerías que venden rubíes, topacios, turquesas, ojos de tigre y esmeraldas. Es imprescindible el regateo con los comerciantes locales.

En los alrededores de Galle hay maravillosas playas de arenas doradas y aguas turquesas y transparentes que invitan al baño y que son utilizadas por la población local además de por el turismo. También podemos contemplar los pescadores autóctonos 'still fisherman' (pescadores quietos), que subidos a unos delgados palos esperan con infinita paciencia a los peces.

La gastronomía de la zona combina la especiada comida hindú y la base de arroz con mucho pescado fresco de la zona, sobre todo el atún, y es muy típica la langosta. También las verduras juegan un papel primordial en la dieta de la zona. Hay gran variedad de restaurantes en la ciudad, desde el mayor lujo a establecimientos modestos, y además existe la posibilidad de comer en los restaurantes de la playa en los que, previo pedido, preparan la comida con los productos frescos de mercado a precios muy económicos. Y desde luego es imprescindible tomarse un delicioso té en cualquiera de los cafés que nos encontremos, siempre será de la mejor calidad, no en vano estamos en el País del Té.

Galle es un buen ejemplo de que Sri Lanka es infinitamente más que té. Exuberantes paisajes y playas de aguas cristalinas, tradición ancestral y mezcla de culturas conquistadoras, ciudades milenarias y construcciones coloniales se dan cita en ese país del Índico; y la ciudad fortificada de Galle es muestra de ello. Todo son contrastes que conviven en armonía.

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