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Asia

Dormir al borde de un cráter

En el desierto del Néguev, en Israel, está el increíble Beresheet Hotel

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Viajamos hasta un parque nacional buscando un hotel que nos sorprenda e impacte. En concreto, hasta Israel, al desierto del Néguev. Y dentro de este lugar angosto y árido, el lugar al que nos dirigimos está ubicado a unos 85 kilómetros al sur de la ciudad de Beer Sheva, en la cima del Monte Néguev Es el cráter Ramón, una estructura geológica que no se originó como consecuencia del impacto de un meteorito, sino con motivo de la erosión, formando así la cuenca o “maktesh” -como se refieren a él allí- más grande del mundo. Al verlo desde cualquiera de sus bordes, se puede observar la inmensidad de este accidente geográfico, de 40 kilómetros de largo. Toda la zona forma parte de la Reserva Natural de Ramón, junto con las montañas que rodean el cráter y por este lugar existían antiguamente una ruta comercial que era utilizada por los romanos –de ahí el nombre del cráter, Ramón, que proviene del árabe Ruman, que significa romanos-. También existen dos cráteres en este mismo desierto, el Gran Cráter y el Cráter pequeño, ambos con mayor antigüedad que del que estamos hablando. El cráter Ramón se encuentra en el camino que va de Jerusalén al balneario de Eilat, en la costa del Mar Rojo. Y es en su borde donde se encuentra The Beresheet Hotel, un alojamiento único por su situación pero también por su decoración. El hotel está a 800 metros sobre el nivel del mar y las vistas desde él son increíbles, hasta tal punto que cualquiera que no hubiera prestado ninguna atención en el camino de ida, podría llegar a pensar que se encuentra incluso en Marte. La piscina del hotel se encuentra justo al borde del cráter, lo que da una sensación de infinidad y le otorga un ambiente extremadamente tranquilo. Pertenece a la cadena de hoteles Isroel Exclusive Collection y su elevada altura hace que pese a encontrarse en medio del desierto en la zona haya un clima fresco durante todas las épocas del año. Sus 120 habitaciones tienen paredes de piedra, con balcones y vistas panorámicas. Además de wifi, pantalla plana, zona de estar e incluso algunas poseen piscina privada. En la recepción del hotel se pueden alquilar bicicletas y segways para dar una vuelta por la zona y poder explorar esta maravilla de la naturaleza. En el cráter se encontraron huellas de dinosaurios de hace 200 millones de años, y también fósiles de platas y reptiles muy curiosos. El Carmel Forest Spa es el lugar perfecto para que los más aventureros se relajen tras una jornada de exploración incansable. Y en el restaurante del Beresheet Hotel se degustan platos típicos del país. Un hotel singular, cuyo paisaje merece la pena contemplar durante horas desde cualquiera de sus ventanales y donde el atardecer es un momento para hacer un parón en todas las actividades y preocuparse únicamente de disfrutar.

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