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Camino de Santiago francés

Conques, la belleza del corazón del valle del Lot

Este pequeño pueblo del Aveyron es uno de los más bellos de Francia. Lo domina la abadía de Sainte Foy, famosa por sus 250 capiteles.

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A pesar de encontrarse en pleno Camino de Santiago francés, cientos de kilómetros antes de llegar a Roncesvalles, la pequeña aldea de Conques es, por sí misma, uno de los centros de peregrinación más importantes de la Edad Media. De hecho, es así desde el siglo XI, cuando muchos creyentes cristianos de las actuales Francia y Alemania hacían allí su primera gran parada hasta Galicia. En aquel entonces, los monjes de la abadía de Sainte-Foy obtuvieron las reliquias de la santa que da nombre al edificio, una de las primeras mártires cristianas, y su fama se popularizó.

Sin embargo, la historia de este pequeño pueblo al norte de Toulousse no ha ido en consonancia con la fama que experimentó el lugar durante aquellos siglos y siempre se mantuvo pequeño y, en cierta manera, aislado. La difícil orografía del terrero tampoco permitió mucha expansión. Conques se encuentra junto a la ladera de una gran montaña y, según la perspectiva, en caída junto al valle. Hoy, sus apenas 300 habitantes, eso sí, pueden presumir de hacerlo en el que está considerado uno de los pueblos más bonitos de Francia.

No es un titulo otorgado a la ligera. Se lo merece el cuidado y el mimo con el que se muestra al turista, que se maravilla cuando ve sus perfectos techos y edificios de piedra, todos coordinados para que no haya ninguno que desentone. La armonía del paisaje deja boquiabierto, no sólo por el contraste hermoso entre los campos y bosques verdes y los techos oscuros, sino porque parece más bien un escenario artificial que un pueblo que se ha mantenido homogéneo durante siglos en cuanto a urbanismo y arquitectura. Recorrer sus casas de lienzo de madera y tejados de esquisto es como viajar en el tiempo.

Sus pequeñas calles son angostas, muchas de ellas empedradas, y la principal acaba en la abadía de Sainte-Foy, que hoy sigue siendo el edificio principal y motivo de la visita de muchos turistas y peregrinos. Está considerada una de las obras cumbres del románico del sur de Francia, sobre todo por su tímpano, con cientos de figuras allí esculpidos, sobre la puerta de la iglesia. Destaca su gran torre central, sobre el ábside, así como su fachada con otras dos torres gemelas, todas con techos piramidales de teja. Y no hay que olvidar su claustro del siglo XII, también románico, y con una fuente central.

También es famosa por su tesoro, que incluye obras de arte del periodo carolingio únicas en el país (sobre todo, relicarios, repartidos por los siglos IX al XIX, 1.000 años de historia), así como por sus vidrieras, más modernas, firmadas por Pierre Soulages, que terminaron de elaborarse en 1994.

Además de la abadía y de una visita tranquila por las calles del pueblo, el visitante de Conques también puede aprovechar el viaje hasta aquí para entrar al Museo Joseph Frau, con una importante colección de escultura medieval, mobiliario del siglo XVI y tapices.

Antes o después, puede permitirse el lujo de probar un poco del vino de Marcillac, uno de los más complejos de Francia y que casi desaparece tras las Guerras Mundiales y diferentes ataques de parásitos a las viñas. Esta se encuentran en los valles alrededor de Conques, una zona compleja, muy montañosa, que no permite grandes extensiones. Su mayor apogeo fue a mediados del siglo XIX, cuando se llegó a las 2.400 hectáreas.

Comparten protagonismo con un paisaje, el formado por los ríos Dourdou y Lot, que llenará nuestras retinas de colores, sorpresas, escenarios mágicos y, sobre todo, mucha naturaleza. Amigos de la historia y el senderismo, aquí hay un rincón medieval que nunca deberíamos dejar a un lado en el camino.

 

Turismo de Conques

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