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Asia

Un americano en Bangkok

La casa de Jim Thompson muestra su fascinación por la cultura asiática

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Fue uno de los americanos más famosos de Tailandia. Este arquitecto nacido en Delaware a comienzos del siglo XX, llegó a la zona para participar en la liberación del país enrolado en el ejército de Estados Unidos durante la II Guerra Mundial. Muchos años después, en 1967, desapareció al salir a dar un paseo en unas vacaciones por las Cameron Highlands de Malasia. Precisamente esta extraña circunstancia desató toda una rumorología y posteriormente una leyenda en torno a su vida que permanece hasta nuestros días. Entre estas dos etapas su interés se centro en reactivar la fabricación artesanal de seda, en unos momento de decadencia, y los tejidos tradicionales tailandeses. Creó una empresa que impulsó su expansión a nivel mundial, la introdujo en las casas de moda más famosas y en las pasarelas de Paris, Londres, Milán y Nueva York. Abrió lujosas tiendas de seda en Tailandia, Malasia y otros países del mundo. Su impronta se palpa en cada uno de los rincones de esta casa-museo, situada en el centro de la caótica Bangkok, que se conserva prácticamente como la dejó. Es una visita que no deja indiferente a nadie ya sea por sus frondosos jardines como por su refinada decoración oriental. Construida con los rasgos característicos de la arquitectura tailandesa, consta de seis casas de madera de teca que forman el conjunto de la mansión. Estas casas, con una antigüedad de casi dos siglos, fueron traídas de distintas provincias del país gracias a que se podían transportar fácilmente ya que antiguamente se construían sin clavos para poder desmantelarlas. Para evitar las inundaciones que se producen en la época de lluvias, siguiendo las costumbres tailandesas se colocaron elevadas del suelo, con tejas cocidas en Ayutthaya, la antigua capital de Siam, y revestidas de una pintura roja en las paredes para protegerlas y que a la vez le dan su característico color. En su interior destacan las antigüedades y piezas de arte oriental que dan idea de la pasión coleccionista y el buen vivir de su propietario. El contraste con la roja construcción lo aporta la vegetación del jardín tropical que combina las elevadas palmeras con las exuberantes plantas ornamentales. Para el tour por el interior de la casa hay que sacar entrada y se hace obligatoriamente con guía mientras en el jardín podemos andar a nuestro aire, ajenos al bullicio de la ciudad, descansar en el restaurante contemplando el estanque de peces o, incluso, darnos una vuelta por la tienda, apreciar sus exclusivos artículos y hasta animarnos a comprar alguno a pesar de que no son baratos.

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