¿Por qué nos gustan tanto las cosas pequeñas? La ciencia tiene la respuesta

Por norma general, a todas las personas les genera inquietud las cosas de tamaño diminuto. Esta atracción tiene que ver con lo que estos objetos evocan en nosotros, razón que está directamente relacionada con la propia naturaleza del comportamiento humano.

La curiosidad por las piezas pequeñas – mayor en algunas personas que en otras – no es un fenómeno que se haya descubierto hace poco. Muchas marcas utilizan este conocimiento para hacer más irresistibles sus productos.

Ejemplo de ello son los diminutos bolsos de la joven firma francesa Jacquemus. “Le Petit Chiquito”, que apenas tiene 8,5 cm de altura por 5 cm de ancho, ha sido el ítem que encumbró a la compañía definitivamente en la industria de la moda.

El motivo principal por el que nos gustan los objetos pequeños es porque activan nuestro sentido de responsabilidad. Cuando observamos artículos diminutos los percibimos como indefensos y esto fomenta que nos sintamos “obligados” a cuidarlos, protegerlos y asegurar su bienestar.

Otro factor clave que determina esta inclinación hacia los ítems de tamaño reducido tiene que ver con nuestra seguridad. Desde un punto de vista evolutivo, al contrario que ocurre con los objetos grandes – que nos pueden transmitir miedo – solemos percibir como análogo lo pequeño y lo frágil. De este modo, percibimos estos objetos como libres de amenaza, lo que nos hace sentir más seguros y confortables en su compañía.

El último aspecto que genera esa atracción hacia las piezas pequeñas es por la cantidad de detalles que podemos percibir en ellas. Su tamaño reducido nos obliga a detenernos para poder verlas con mayor precisión. Esto repercute en que acabemos más tiempo analizando cada una de sus características, haciendo que nos gusten cada vez más.

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