Teresa Domínguez, periodista de Levante-EMV, indica que en 1993 "una familia aseguró haber visto a Antonio Anglés en la antigua estación de Villamarxant". "Cuando ya nos trasladamos a la estación de Villamarxant, rodeamos aquellos. Preguntamos por Antonio Anglés, pero mostramos la fotografía y nos dijeron que ese se llamaba Rubén", recuerda Juan Miguel Pérez, capitán del Servicio de Información de la Guardia Civil en 1993.

La hipótesis que se plantea a partir de ese momento es que Anglés está buscando un medio de locomoción para alejarse de los extrarradios y el centro de Valencia, tal y como señala José M. Hidalgo, cabo de la UCO en 1993. Una mujer que vivía por la antigua estación de Villamarxant contó que Anglés le pidió a su marido que le vendiera su coche y, a partir de esa información, se despliega un dispositivo en la zona para cogerlo cuando fuera a hacer efectiva la compra, recuerda José M. Hidalgo.

"La operación oficial consistió en incrustar en las viviendas que había frente a la estación varios agentes de paisano que estaban ocultos para que en el momento en el que llegase a las 19:00 horas, darle el alto y detenerlo", afirma al respecto Teresa Domínguez. De esta forma, "una vez que se marcha de la estación de Villa, donde están los gitanos, empieza a merodear por la zona y descubre un chalet que no está habitado y se esconde allí", apunta Juan Miguel Pérez.

"El ahí se siente a salvo, porque tiene un lugar donde comer, donde dormir, comida almacenada. Ese chalet tiene visión directa hacia la explanada en la que se levanta la estación de Villamarxant, que era donde él iba ir a comprar un vehículo para huir", relata la periodista de Levante-EMV. Al ver el dispositivo policial, el asesino de las niñas de Alcàsser nunca se presentó a la compra del coche. "Se perdió una oportunidad de oro de detenerlo", lamenta Domínguez.