Boticaria García explica en Zapeando que el berro era muy apreciado por los romanos y los franceses lo cultivaron después del siglo XVII, pero tuvo un mayor desarrollo en el siglo XIX, especialmente en París y Normandía.

Sin embargo, en España, "no se dan las condiciones para que se produzca a gran escala, necesita un clima más tropical, más agua" y se consideraba "una mala hierba, una planta de segunda", aunque, hoy en día, tiene "buena fama internacional en la alta cocina", asegura.

Su nombre científico es Nasturtium, que viene de 'nasos', nariz, y 'tortus', torcida, debido al olor picante de la planta, que irritaba la nariz. Los berros son los brotes tiernos y las hojas de la planta del berro, que pertenece a la familia de las crucíferas, pariente del brócoli.

Crecen de forma espontánea en el medio acuático, lo hacen de manera silvestre en aguas estancadas con poca corriente, manantiales, arroyos y orillas de los ríos. Su sabor es un poco picante pero tiene, además, un punto dulce, que recuerda al de la mostaza, que también es pariente.