"Nuestra vida ha sido historia"
Lola Pardo, la costurera de Canfranc que se jugó la vida como correo de la Resistencia: "Escondía la documentación en la faja"
laSexta Columna habla en este vídeo con Lola, hija de Lola Pardo, que junto a su hermana fueron correos de confianza de Albert Le Lay, histórico tejedor de las redes de espionaje francesas durante la Segunda Guerra Mundial.

Albert Le Lay, conocido como 'el rey de Canfranc' y uno de los principales tejedores de las redes de espionaje francesas durante la Segunda Guerra Mundial, depositó su confianza y los secretos de la Resistencia en dos jóvenes hermanas del pueblo.
Una de ellas, una costurera que zurcía las sábanas de 'Casa Marraco': Lola Pardo. La prueba de la amistad del espía francés con la costurera española la enseña a laSexta Columna su hija, que también se llama Lola.
El reclutamiento de su madre y de su tía se gesta en un baile donde conocen al resto de informantes. "A partir de ese baile es cuando a ellas les empiezan a dar ya los sobres con la documentación", explica Lola en el vídeo sobre estas líneas.
Su misión en la red de espionaje, apunta el periodista Ramón J. Campo, es trasladar documentos secretos de los aliados entre Canfranc y Zaragoza en un tren.
"Mamá y tía Pilar se montaban en el tren y escondían la documentación, mamá dice que se lo metían en la faja", comenta Lola, que cuenta que solían sentarse al lado de los Guardias Civiles, con los que hablaban.
Una vez en Zaragoza, Campos señala que las dos hermanas se reunían con el Pater Planillos, un cura del ejército español que colaboraba con la red de espionaje aliada, que trasladaba la información a la embajada británica.
Lola y su hermana se jugaron la vida durante tres años entre guardias civiles transportando sobres con información sobre operaciones vitales y fotografías de asesinatos. Ellas nunca fueron descubiertas, pero otras redes sí cayeron. De hecho, Campo afirma que un grupo de ellos fueron detenidos y juzgados y "algunos de ellos murieron un poco después de salir de las prisiones".
Lola pasó casi toda su vida sin hablar de aquello, en especial a su marido, que también era Guardia Civil. Sin embargo, la presentación del libro de Ramón, 'La estación espía', en Canfranc la animó a romper su silencio: "Me dijo: 'Donde usted pone punto y final, yo pongo punto y seguido. No he contado nunca esto y nuestra vida ha sido historia", recuerda el periodista.