Una década después de empezar la reconversión industrial, un puente se convertía de nuevo en el epicentro de una guerra entre obreros y policías: "Hemos llegado a recoger tornillos y tuercas dentro de lo que era la pelota de goma", afirma Antonio Noria, expresidente del Comité de empresa de Navantia en Puerto Real durante estas protestas, que también asegura que hubo "dos compañeros que perdieron ojos" y que los detenidos "salían molidos a palos".

Una ciudad entera, Cádiz, estaba en lucha por sus puestos de trabajo. Con más de un 40% de paro, el desmantelamiento industrial amenazaba con echar el cierre a su pulmón económico: el astillero. Por eso, más de 100.000 personas se echan a la calle. Antonio estuvo presente en aquellas negociaciones donde se planteaba el despido de miles de trabajadores: "Hubo momento de mucha tensión", recuerda.  

Aquel verano del 95, Cádiz ardió en defensa de su astillero, pues como apunta Antonio, "para salir en los medios, sale mejor quemar cuatro neumáticos que hacer una manifestación de 100.000 personas". Sin embargo, la empresa pública no cedió, y unos cuantos terminaron asaltando por su cuenta la sede del PSOE.

Finalmente, aquella batalla la ganaron los obreros temporalmente, pues desde entonces la carga de trabajo no ha dejado de reducirse: "Realmente hoy en día no hay futuro para la gente joven de la Bahía, no hay industrias. Se fue Delphi, Airbus... ¿Qué tenemos?", lamenta Antonio.