La mayoría de las hamburguesas contienen carne de varias especies. José Miguel Mulet, profesor de Biotecnología e investigador de la UPV asegura que la carne de caballo fue “un fallo de control”. Lo bueno fue es que “se detectó a tiempo y se pudo retirar toda la carne del mercado”, gracias a la leyes alimentarias.

El investigador comenta que productos siguen una legislación “muy estricta” de los aditivos permitidos, el etiquetado y el periodo máximo que puede estar expuesto.

El profesor asegura que hoy por hoy no hay que preocuparse por la comida. “Es más segura que ha sido nunca”.

Évole quiere comprobar la seguridad de unos alimentos que ha comprado, viendo los aditivos alimentarios autorizados. Todo ello está permitido por la ley. “Una te dice lo que puedes poner y otra te marca cuánto puedes poner”, explica José Miguel Mulet.

Las hamburguesas llevan sulfitos, que son unos compuestos reducidos de azufre para matar bacterias. Es bueno “en su justa medida”. “Para intoxicarte tendrías que tomar una tonelada o dos de hamburguesas”.

"Cuando algo es muy fácil uno se preocupa de tonterías y paranoias"

Las salchichas llevan nitrito, que son un conservante de carne. El profesor explica que la hemoglobina de la carne cuando reacciona con el nitrito mantiene el color rojo, un color más atractivo y mata bacterias. El nitrito en una salchicha no puede tener efectos secundarios nocivos para la salud porque si no “no estaría autorizado como aditivo”.

En los refrescos están el aspartamo, que tiene mucha leyenda urbana. Algunos estudios aseguran que no es seguro y otros que sí. “No se ha notado ningún cambio en ninguna enfermedad realizada con la alimentación”. La cafeína es un compuesto “tremendamente tóxico, pero no nos estamos intoxicando con el café porque tiene un porcentaje de cafeína muy bajo”, comenta.

Alguna vez, se ha retirado algún aditivo por peligroso. “Es raro y siempre se aplica un principio de precaución”, explica José Miguel. Jordi comenta que a lo mejor se retiran porque se comprueba que son perjudiciales para la salud.

El investigador asegura que “tenemos la suerte de poder comer todos los días y cuando algo es muy fácil es cuando uno se puede preocupar de tonterías y paranoias”. Cree que no es motivo de preocupación. “Deberíamos estar agradecidos. Los aditivos son más una bendición que un problema”.