La capitán del Ejército de Tierra estuvo en misiones internacionales en zonas de conflicto como en Kosovo y Líbano por la que fue condecorada. Precisamente en Líbano fue donde comenzó su pesadilla. Zaida explica que cuando está en Líbano destinan a mi unidad a un teniente coronel, al teniente coronel Lezcano-Mújica, que le transmiten que tiene “comportamientos raros con las mujeres”. Sin embargo, ella pensaba que no iba a ser un problema para ella debido a su rango. "Eso lo hará con las soldados, pero yo, que soy un oficial...", pensaba.
Nada más conocer al teniente coronel Lezcano-Mújica la mandaron a unas conferencias con él a Valladolid y cuando se presentó en el despacho como la capitán Zaida C. De Castro, le dijo: "No, tú vienes conmigo como mi secretaria. Sí, mi secretaria, como esas de falda corta". Después de ese comentario, fue a Valladolid con su superior y ya en el tren empezó a sentirse incómoda por cómo la miraba. “Invadía mi espacio personal. Te retiras e invade tu espacio personal, sigue invadiéndote y tú sigues retirándote”, asevera.
"La credibilidad depende de las estrellas que tengas sobre tus hombros"
Todo empeoró en las conferencias donde fue “a saco”. “Me tocó la pierna, intentó meterme mano... Y delante de una compañera de trabajo”, asegura. Zaida explica que estaban en una de las salas del hotel de Valladolid, él entró y se sentó al lado. No había escapatoria, porque sólo había tres sillas. “Se sentó al lado, puso la mano sobre mi pierna y empezó a subir. Empezó a subir hasta que pegué un respingo. Me levanté de la silla y me aparté rápidamente... Me quede en blanco. Dices: ‘¿Cómo me puede estar pasando esto?’.
La oficial no le dijo nada porque no supo cómo reaccionar. “Si yo llego a estar de paisano en la calle con un civil, lo tengo clarísimo. Te cojo, te empujo, te aparto de mí y me voy otro sitio. Pero vistiendo de uniforme, los dos vistiendo de uniforme... Es que no puedo ni tocarle. Si le toco, él pone una denuncia, como luego pasó, y a él se le da la credibilidad, yo no tengo ninguna credibilidad”, explica. Y es que “en el Ejército, si denuncias a alguien, tiene toda la credibilidad el que más rango tiene. La credibilidad depende de las estrellas que tengas sobre tus hombros”, asevera.
Zaida Cantera se siente afortunada de que su compañera que presenció lo ocurrido tuviera el valor de decir la verdad en el juicio porque si no, con el conducto reglamentario no podía haber hecho nada. La capitán explica que con el conducto reglamentario “si tienes algo que decir, debes decírselo a tu superior, tu superior al superior... Así sucesivamente. Si mi superior me viola, tengo que denunciar a mi superior a través de mi superior. Es decir, debo decirle a mi teniente coronel: ‘Quiero tramitar una denuncia de que usted me ha violado’”, comenta.
Por eso aguantó y su primera decisión fue apartarse de él. “Le dije: ‘Stop, para, se acabó. No me vuelvas a tocar. Yo, mientras vista de uniforme, soy militar. Para usted soy una capitán y a mí solo me toca una persona, mi pareja’. Así de sencillo. Me contestó que me arrepentiría”, explica. Desde ese momento ese acoso sexual cambió a un acoso laboral.
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