En España ya han pasado más de 20 años desde la entrada del euro, pero aún nos quedan unas cuantas pesetas en casa. En concreto, 1.586 millones de euros en monedas y billetes de la antigua divisa española -266.000 millones de pesetas- que, probablemente, se encuentren repartidas entre monederos, cajones y otros lugares de la casa o del exterior que, de seguro, no se visitan ya con frecuencia. Si tú tienes esas pesetas perdidas localizadas, recuerda que puedes cambiarlas por euros hasta el 30 de junio.

Sí, queda menos de un mes para transformar esta divisa en euros. Aunque quien no lo haya hecho aún, tiempo ha tenido. El banco de España ya dio un plazo para hacer el cambio que acababa el 31 de diciembre, pero han tenido que ampliarlo porque, según la entidad, en el mes de mayo hemos seguido teniendo el mismo dinero -los 1.586 millones- que en el mes de abril. Eso quiere decir que nadie está yendo a cambiar las monedas.

¿Qué hay que hacer para cambiarlas? Solicitar cita previa en el Banco de España, sede de Madrid, o en alguna de las 15 sedes que el organismo tiene repartidas por toda España. En este punto hay que aclarar que si la cantidad a cambiar es superior a los 1.500 euros hay que entregar la documentación para certificar los pagos. Todo se hace a traves del tipo de cambio que en su día se acordó. ¿Y a cuánto equivalía un euro? A 166,386 pesetas.

Lo cierto es que llevar a cabo esto no es del todo fácil: no todas las pesetas son válidas. ¿Qué billetes y monedas se pueden cambiar? Respecto al primer caso, se pueden canjear todos los billetes desde 1939, pero con una condición: tienen que estar físicamente más de la mitad íntegro. Con las monedas, en cambio, pasa una cosa distinta. Solo se pueden cambiar aquellas que estaban en circulación el 1 de enero de 2002. Por tanto, cualquier moneda antigua que tengamos podría no valer para el cambio.

Las monedas de la Guerra Civil se examinarán. Precisamente, en 1936 franco quiso que su cara constase en los billetes. Se intentó entonces utilizando unas imprentas británicas, pero el Gobierno de Reino Unido lo impidió. En 1940 lo intentó de nuevo con unas empresas italianas, pero en ese momento la autoridad españaola le recomendó no utilizar su cara en los billetes porque esa presencia iba a dificultar las transacciones comerciales de España con los países internacionales.