La conquista del cliente

Tecnología, viajes y dinero: los regalos de hoy de los bancos no se parecen en nada a los de los años 90

Los detalles Domiciliar la nómina antes significaba llevarse vajillas y cuberterías; hoy, los bancos ofrecen móviles, dinero o cruceros. Una transformación que refleja cómo han cambiado los gustos, las prioridades y las estrategias para captar clientes.

Tecnología, viajes y dinero: los regalos de hoy de los bancos no se parecen en nada a los de los años 90

Si creciste en los 90, seguro recuerdas esos juegos de consomé de porcelana italiana que regalaban los bancos. Aquellos delicados platos y cuencos fueron mucho más que un simple regalo: se convirtieron en el símbolo de una época en la que las entidades financieras libraban una auténtica guerra para atraer clientes.

Por aquel entonces, abrir una cuenta o contratar una tarjeta venía acompañado de regalos que iban desde vajillas completas, cuberterías o cazuelas hasta toallas de lujo, valoradas en cientos de miles de pesetas. Los anuncios de televisión casi no hablaban de intereses o condiciones, sino que destacaban estos objetos que, aunque a veces perecían un poco desproporcionados o hasta inútiles, eran la forma perfecta para que la gente se animase a contratar productos bancarios sin pensarlo demasiado.

Los sorteos también eran toda una locura: desde coches Mercedes hasta cortadoras de fiambre, pasando por todo tipo de premios que parecían salidos de un catálogo imposible. Todo esto sucedió porque los bancos necesitaban a gritos nuevos clientes, y los regalos eran el gancho ideal para conseguirlos.

Pero llegó el cambio de siglo, y con los 2000 la cosa empezó a evolucionar. La porcelana y las cuberterías dejaron de tener valor para los clientes, que ya preferían regalos más prácticos: cheques, dinero en efectivo y, sobre todo, tecnología. Ordenadores, teléfonos móviles y televisores pasaron a ser los nuevos objetos de deseo.

Hoy en día, aunque los tiempos y las formas han cambiado, la estrategia sigue siendo la misma: ofrecer algo a cambio de domiciliar la nómina o contratar servicios. Ahora los regalos combinan dinero, gadgets de última generación y experiencias como viajes y cruceros. De cazuelas y juegos de consomé, ni rastro.

Así que, aunque hayan desaparecido esos regalos clásicos que llenaban las vitrinas de nuestras abuelas, la batalla por captar clientes sigue viva y reinventándose para adaptarse a lo que realmente nos interesa hoy.