Estados Unidos ha aprobado la venta de pollo cultivado en laboratorios. La decisión les convierte en el segundo país del mundo, después de Singapur, en autorizar la producción y venta de carne cultivada en laboratorio. Para lograrlo toman una muestra de células de pollo, las colocan en un recipiente llamado cultivador y alimentan las células con una mezcla de nutrientes para que se multipliquen y crezcan. Después de dos o tres semanas, la carne se cosecha y está lista para disfrutar. El proceso de elaboración de carne cultivada es similar a la elaboración de cerveza. Pero en lugar de cultivar levaduras o bacterias se cultivan células animales.

El pollo cultivado en células tiene un 99 % de células de pollo. Aseguran que la única diferencia es cómo se crea. Estéticamente el resultado es el mismo, por lo que nadie diría que no es un trozo de pollo convencional. Y en cuanto al sabor, los que lo han probado aseguran que no hay diferencia.

Este tipo de carne se presenta como una alternativa a las macrogranjas. Dicen que son menos contaminantes, pero no son de impacto medioambiental cero. Una de estas fábricas está a las afueras de San Francisco, rodeado de bloques de edificios, en un entorno urbano. Esa es la gran diferencia entre ellos y una macrogranja. Sin embargo en sus etapas de producción se consume una gran cantidad de energía y se emiten gases de efecto invernadero.

Las dos empresas que han recibido la autorización para comercializar esta carne de pollo de laboratorio producen de momento poca cantidad. Actualmente el gran problema es el coste de esta carne. Un filete de pollo cultivado en una fábrica es más caro que un filete de pollo tradicional. Pero una vez que se construyan más fábricas los costes irán igualándose. Sobre cuánta carne pueden producir, hay un dato: solo las dos fábricas que han sido autorizadas tienen capacidad para producir el 1% de toda la carne rojaque se consume en Estados Unidos. El potencial es enorme.

Desde 2020 esta carne ya se vende en Singapur. El próximo país va a ser Estados Unidos. Y va a tener un protagonismo español. De momento es un producto de lujo que se estrenará solo en dos restaurantes de lujo. Primero, el del chef español José Andrés, en Washington. Y segundo el de la Chef Dominique Crenn, ganadora de tres estrellas Michelín.