El 20 de noviembre de 1992, Mari Angels Feliu echa el cierre de su farmacia. Sus hijos la esperan en casa para ver la tele. Ella misma describirá su secuestro de forma minuciosa ante el juez: "En esas fechas, cerraba la farmacia hacia las 20:30 horas. Salí de allí, cogí el coche y me fui hacia mi casa".

"El secuestro ocurre cuando Mari Angels accede al garaje de su vivienda. Se apea del vehículo, intenta sacar unas bolsas, algo que llevaba dentro del vehículo para subir a su domicilio, y es abordada por dos encapuchados armados", señala uno de los guardias civiles que estuvo al mando del caso. La farmacéutica no reconoce a los hombres que le apuntan con un arma. Se trata de policías municipales de su propio pueblo. "Me aprietan con la pistola, y yo no dejaba de pensar en mis hijos", contó la mujer al juez.