Cristina Gallego se vuelve a convertir en Isabel Díaz Ayuso. La 'presidenta de la Comunidad de Madrid' vive un momento crítico ya que, como ella misma afirma, "los periodistas vienen a por mí". Por ello, ha decidido atrincherarse en su casa para evitar el acoso de la prensa.

Un repartidor de pizza acude a su domicilio aunque la presidenta, muy precavida, no confía en la entrega. "¿Quién ha abierto a Nacho Escolar? Seguro que el del quinto que tiene pinta de progre y tira las colillas de los porros por el patio", afirma 'Díaz Ayuso'. El repartidor se defiende de la acusación pero la presidenta termina echándolo aunque el chico deja la comida en su puerta.

Tiempo más tarde, acude a la puerta de 'Díaz Ayuso' un fontanero ya que su vecino de abajo tiene una gotera. "¡Qué se aguanten!", grita la presidenta. "He dejado los grifos abiertos porque sé que me habéis puesto micrófonos en casa para llenar vuestros periodicuchos de mentiras y filtraciones", añade. Además, no ha dudado en compartir con él el eslogan que ha escogido cuando sea presidenta de su comunidad de vecinos: "Libertad de toldos, ponerlos todos verdes es comunismo".

La 'presidenta' también recibe la visita de su pareja, Alberto González. De nuevo, 'Díaz Ayuso' no cree que pueda ser él, ni siquiera cuando afirma que "Feijóo tiene razón". "Te digo lo mismo que te dijeron en Hacienda, yo de ti no me fío", le responde. "¿Cómo voy a ser un periodista infiltrado?", responde él. "Si yo para ocultarme necesito por lo menos una sociedad pantalla en Panamá", añade. Ni siquiera una llamada al teléfono de Alberto la convence de que no es un periodista infiltrado. Además, la 'presidenta' hace un 'terrible' descubrimiento: ella también es periodista, lo que provoca que huya despavorida.