La organización paramilitar Triple Asecuestró a su hijo Alejandro, estudiante de medicina y militante político. En ese momento comenzó su lucha y se unió a las Madres de Plaza de Mayo, un movimiento que surgió en Argentina durante la dictadura de Videla para recuperar con vida a los más de 30.000 desaparecidos y detenidos, y, a sus 92 años, Taty Almeida continúa recorriendo el mundo para mantener la memoria de los desaparecidos en Argentina y defender los derechos humanos.

La activista reconoce que le costó mucho acercarse a Madres porque, al proceder de una familia de militares, "creía que iban a pensar que era una espía" y explica que lo único por lo que se interesaba una madre era por el familiar que te faltaba: "No importaba política o religión".

El pañuelo blanco las distingue como una de las organizaciones más emblemáticas del mundo que defiende los derechos humanos, pero sus inicios fueron distintos: "Nos arrebataron lo más preciado que tiene una mujer, por eso salimos como locas". Cuenta que las llamaron "las locas de Plaza de Mayo" creyendo que las ofendían, y afirma que lo estaban, pero "de dolor, de desesperación, de rabia, de incertidumbre". "De amas de casa, pasamos a ocupar lugares reservados para los hombres", subraya, en plazas y marchas. "De heroicas nada, hicimos lo que cualquier madre haría por un hijo", sentencia.