Esther Pujol fue agredida sexualmente por un religioso cuando tan solo era una niña. Años después, en 2016, decidió reunirse con su agresor y denunciarlo públicamente. En aquella conversación "él lo reconoció" y usó argumentos "de manual de pederasta", según relata a Andrea Ropero en El Intermedio. "Me dijo que lo había hecho porque me quería mucho", recuerda Esther, que afirma que aceptó su perdón porque para ella "fue reparador", aunque ha "perdonado pero no olvidado". "Es la persona que me ha hecho más daño en toda mi vida, eso no se olvida", agrega.

Ella, como muchas otras víctimas, reclama "que estos delitos no prescriban". El hecho de que cuenten con "una fecha de caducidad", denuncia, "es muy injusto, porque ya que no hemos encontrado consuelo antes, al menos encontrar consuelo en la Justicia". Esther, que ha hablado con otras cinco víctimas de este religioso, ya fallecido, relata además cómo no recibió un perdón real por parte del Obispado, que incluso le negó el acceso a la resolución de su investigación interna al respecto.

Preguntada acerca de qué debería hacer la Iglesia española frente a los casos de abusos sexuales en su seno, afirma que "lo primero y más importante es escuchar a las víctimas, pero escucharlas de verdad". La mayoría de estos delitos, lamenta, "quedan impunes", por lo que "están siendo cómplices".

"Me amenazó de muerte si lo contaba"

Durante la entrevista con Andrea Ropero, Esther ha relatado cómo el párroco la agredió sexualmente y la amenazó de muerte si se lo contaba a alguien: "Recuerdo la sensación de estar delante de un monstruo", relata.