Había alrededor de un centenar de españoles
El campo de concentración de Flossenburg: la estrategia clave de Enric Marco para hacerse pasar por víctima del nazismo
Enric Marco eligió el campo de Flossenbürg para su coartada. En el no había habido muchos españoles, alrededor de un centenar, lo que facilitaba que no fuese descubierto y en las reuniones de supervivientes le ayudaba a pasar desapercibido entre los deportados.
En la Alemania nazi hubo campos de concentración en todos los lugares en los que había ocupación alemana. Durante esta época hubo 9.000 deportados españoles, la mayoría de ellos exiliados republicanos, pero si se habla de víctimas del nazismo hay que contar a los asesinados durante la Segunda Guerra Mundial por resistentes en Francia y todos los miles de republicanos españoles que fueron obligados a trabajar como trabajadores forzados en el Tercer Reich. “Por tanto, estaríamos hablando perfectamente alrededor de 30.000 o 35.000 personas”, afirma.
Los principales campos de concentración donde estuvieron los españoles según Calvo son Mauthausen, Dachau, que había sido el primero de los campos cuando se empezaron a crear en el año 33, también Buchenwald, donde estuvo, por ejemplo, Jorge Semprún, también Neuengamme, al norte de Berlín, o también Sachsenhausen, donde estuvo, por ejemplo, Largo Caballero, que había sido jefe de Gobierno de España. Enric Marco eligió el campo de concentración de Flossenbürg para su historia. Un campo de concentración en el que no hubo muchos españoles, alrededor de un centenar, según el historiador Benito Bermejo, lo que facilitaba la estrategia de Marco para no ser descubierto.
La maniobra de Marco es sencilla no conoce a nadie y nadie le conoce a él, algo que en el campo de Flossenbürg era fácil, porque no hubo muchos españoles. "Nadie sabía si quedaba alguno en vida y él nunca podía remitirse a nadie que pudiera decir: 'Sí, yo estuve con Marco'", revela Bermejo. El protagonista de la historia había creado una coartada difícil de descubrir, su mayor problema llegaba en las reuniones u homenajes de los supervivientes. "Según explicaban algunos deportados no buscaba el contacto directo con ellos, sino que buscaba más relacionarse con terceras personas", cuenta Juan Manuel Calvo, presidente de la Amical de Mauthausen.
Con esta estrategia Enric Marco pasa en solo tres años pasa de ser voluntario a presidir la Amical de Mauthausen. Enric Marco se convierte en la principal voz de los miles de deportados españoles que durante décadas fueron ignorados.