"En mi mente la idea de un sacerdote abusando de niños no entraba y reaccioné como reaccionan muchas víctimas, pensando que la culpa era mía por no haberlo parado", Miguel Ángel lo vivió con 16 años.cuando comenzaron los abusos. Su historia, como la de otros tantos niños y niñas que han sufrido acoso sexual de un adulto, quedó silenciada.

"En su momento no pude denunciar", explica Miguel Ángel. Pero un un día se armó de valor y lo contó: "Me besó en los labios, no supe que hacer y me di cuenta de que eso no estaba bien".

Cuando decidió denunciarlo ya era tarde, los abusos habían prescrito. Por eso, recoge firmas a través de internet para que casos como el suyo no queden impunes. "El objetivo es ampliar o eliminar el plazo de prescripción de estos delitos", asegura Miguel Ángel.

En España estos delitos prescriben en un periodo de 3 a 15 años desde que la víctima cumple la mayoría de edad, según el Código Penal. Un tiempo muy corto, cuentan las víctimas, debido a que las secuelas que dejan en ellas hace que en algunos casos no denuncien hasta que son adultas.

"Casi las tres cuartas partes de los casos se pierden por la prescripción y mediante la no prescripción ayudamos a que estas personas tengan un juicio justo, pero que se juzgue si lo han hecho o no lo han hecho", afirma Vicky Bernadet, de la Fundación Vicky Bernadet contra el abuso infantil.

Miguel Ángel es, además, miembro de un organismo internacional que trabaja para obligar a la iglesia a tomar medidas que acaben con el abuso."Lo que pedimos al vaticano es que identifique públicamente a los sacerdotes que han abusado sexualmente de menores", explica.

Dicen que el discurso del papa es correcto, pero no se traduce en accines concretas. Esperan que les escuchen y se ponga solución a la lacra del abuso infantil.