La inmensa mayoría de testigos que presencian un caso de acoso callejero ignora este tipo de comportamiento, que va desde los 'piropos' no deseados o los silbidos hasta la persecución, por considerarlo inofensivo, según concluye el Informe 'Inseguras en las calles' de la ONG Plan Internacional.

Y ello a pesar de que las chicas lo viven con miedo y ven limitada su libertad de movimiento y de elección para protegerse, prosigue este estudio, elaborado a partir de las experiencias de 750 jóvenes de Madrid, Kampala (Uganda), Sidney (Australia), Lima (Perú) y Nueva Delhi (India).

El informe, que se suma al de 'Inseguras en la Ciudad' que la ONG presentó en octubre con motivo del Día de la Niña, recoge como aquel los resultados obtenidos en 'Free to Be', una herramienta de encuestas basada en un mapa interactivo y diseñada por chicas y mujeres jóvenes.

De él se desprende que el acoso callejero en grupo, en forma de piropos no deseados, silbidos, miradas insistentes o seguimiento y persecución, suele ser considerado por chicos y hombres como una forma de afirmación del vínculo grupal, de demostración de poder y masculinidad e incluso de diversión.

En casi tres cuartas partes de los casos de acoso verbal a mujeres en público los testigos no intervienen porque los consideran inofensivos y están tolerados socialmente.

Asimismo, el informe concluye que la intimidación callejera aumenta cuando se produce en grupo, ya que los acosadores anteponen su integración social a la seguridad de las mujeres; este acoso grupal, generalmente verbal, resultó ser más frecuente durante el día en todas las ciudades, excepto en Kampala.

El acoso, una forma de 'reafirmar' la masculinidad

Plan Internacional concluye además que en un 33% de los casos los hechos se repiten en la misma zona y a la misma hora, y que ocurren alrededor de las escuelas y de centros educativos. Unos incidentes que disminuyen cuando las mujeres van acompañadas de otros hombres, lo que demuestra que estos ataques verbales son utilizados por los acosadores para demostrar su masculinidad.

En el 13% de lo casos las mujeres son perseguidas, llegando a un 29% en Madrid, tal como lo atestigua el testimonio de una de las participantes que narra su experiencia cuando volvía a casa. "Me empezaron a seguir y yo me puse a correr hasta que llegué a casa", relata esta menor de 16 años.

Estas situaciones que viven las mujeres a diario les "impiden moverse libremente" y acentúan las relaciones desiguales de poder entre ellas y los hombres. "Muchas veces, los chicos ni siquiera son conscientes del miedo que generan en ellas, porque están más pendientes de reafirmar su masculinidad ante los amigos que de desarrollar alguna empatía con la chica a la que están acosando", ha destacado la directora de incidencia política de Plan Internacional España, Emilia Sánchez-Pantoja.

De esta forma, ha insistido en que los chicos "pueden ser catalizadores del cambio en el comportamiento de las calles", para lo que recomienda poner en marcha campañas públicas que ayuden a empatizar. En este sentido, la ONG ha pedido una educación que se imparta a través de "conversaciones en todas las capas de la sociedad", y penalizar socialmente a los agresores.