Más de 37 millones de españoles afirman reciclar, el 80% de la población del país. Pese a esto, todos tenemos un conocido, amigo o familiar para el que el reciclaje es algo sospechoso. Es un negocio, dicen. O las acciones individuales no sirven para nada. Sin embargo, estos argumentos caen por su propio peso cuando se enfrentan con los datos.

No existen excusas a la hora de reciclar. Las estadísticas lo avalan: cada vez más españoles reciclan, cada vez se separan más residuos y se les da una nueva vida. La resistencia al reciclaje se puede enfrentar con facilidad con los datos. Cada tonelada de envases reciclados supone una tonelada menos de emisiones de gases invernadero, por ejemplo.

Un pequeño gesto implica grandes cambios. Si hacen falta argumentos para desmontar a los "haters" del reciclaje, aquí van cinco irrefutables.

1. Reciclando contribuyes a directamente a cuidar y mejorar el medioambiente

Solo en 2019 se reciclaron 1.505.661 toneladas de envases de plástico, latas, briks y también de papel y cartón. Esto supuso que se emitieron 1,67 millones de toneladas menos de CO2 a la atmósfera. Es la misma cantidad de dióxido de carbono que una central de carbón emite en dos meses.

Pero reciclar no solo reduce gases contaminantes: gracias a la reutilización se ahorraron 20,74 millones de metros cúbicos de agua, 6,36 millones de Mwh de energía y 1,5 millones de toneladas de materias primas.

Además, comenzar a reciclar supone sumarse a un club con cada vez más adeptos. Según el estudio La sostenibilidad, el compromiso medioambiental y el reciclaje tras la COVID-19, de Focus para Ecoembes, arroja que el 95,3% de los encuestados cree que reciclar es importante para frenar el cambio climático.

2. Cada vez somos más los que reciclamos

37 millones de españoles declaran separar a diario sus residuos, convirtiéndolo en el hábito contra el cambio climático más extendido en los hogares del país. Solo durante el confinamiento de primavera, 2,5 millones de personas empezaron a reciclar residuos que antes no reciclaban.

Año tras año, la preocupación y la gestión de los residuos aumentan. Lo demuestran los datos: en solo cinco años, el uso de los contenedores amarillo y azul ha subido un 32%, algo que supone un orgullo para muchos españoles.

3. Es un hábito que no cuesta nada

Reciclar es más sencillo de lo que parece. No cuesta integrarlo en la rutina diaria ni hace falta invertir en cubos de basura separados para diferenciar los residuos. Se pueden utilizar bolsas con las que separar los envases que luego pueden ir directas al contenedor.

Igualmente, hay una amplia red de contenedores de reciclaje en la vía pública donde depositar los residuos que separamos en nuestro hogar: 390.611 contenedores amarillos para envases y 224.945 azules para papel y cartón. En promedio, un contenedor cada 100 metros.

Y si tienes dudas de cómo reciclar esa cápsula de café o ese envoltorio, puedes consultar A.I.R-e, un bot desarrollado por Ecoembes al que se puede consultar todo lo relativo con la separación de residuos. Está disponible en app, Twitter o Facebook. No hay excusa sobre la plataforma.

4. El reciclaje de envases tiene un uso práctico que está presente en nuestro día a día

Pantalones, tuberías de PVC, gomas de regadío, aislantes, mobiliario urbano, otros envases… todo eso se puede hacer a partir de las botellas de plástico o briks que se depositan en el contenedor amarillo. Los objetos de nuestro día a día tienen más vida de la que imaginamos y muchos de ellos proceden del reciclaje de envases anteriores.

El bote del champú con el que nos duchamos puede estar fabricado con plástico PET, que procede a su vez de otros envases depositados en el contenedor amarillo. Un ciclo cerrado.

5. Es una de las prácticas fundamentales para cumplir nuestros objetivos globales como sociedad

Las políticas públicas han integrado la práctica del reciclaje como una de esas vías fundamentales para conseguir un mundo y una sociedad mejores. Este sencillo hábito permite cumplir con la conocida Agenda 2030, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas.

Reciclar no supone solo reducir la contaminación de la atmósfera o ahorrar en agua. También implica luchar contra la explotación y la pobreza, supone mejorar la educación para muchas personas, pasar de energías fósiles a otras energías más sostenibles y cuidar de nuestro entorno.

En todo ello, las tres R's de la economía circular (Reducir, Reutilizar, Reciclar) suponen un cambio definitivo. Cuanto menos desechemos y más reciclemos, evitaremos la extracción de nuevas materias primas, mejoraremos condiciones penosas de mucha gente y cuidaremos nuestro ecosistema, peleando para conseguir los ODS.

Con todos estos argumentos, es difícil que tu primo o compañero no se vea tentado a proteger el medio ambiente. Cualquier pequeño gesto es decisivo para mejorar nuestro planeta.