Abusar del consumo de carne es un problema en varios aspectos. En primer lugar, medioambiental: el sector de la ganadería es el tercero que más contamina, ya que produce el 20% de las emisiones. Además, acapara el 70% de las tierras cultivadas, principalmente para alimentar las granjas industriales.

Y, ojo, porque comer carne agrava las consecuencias de la sequía: el 29% del consumo mundial de agua se destina a la ganadería. Pero no es eficiente: producir un kilo de carne supone 20 veces más agua que un kilo de cereales. Y supone también gastar seis veces más del agua necesaria para cultivar legumbres y producir la misma cantidad de proteínas.

"Mientras la ganadería extensiva utiliza un agua que proviene de la lluvia, la ganadería intensiva de cerdo y ave utiliza la misma que se destina al consumo humano", explica el responsable de Soberanía Alimentaria de la ONG Amigos de la Tierra, Andrés Muñoz Rico. Esta organización es una de las promotoras del 'Atlas de la carne', cuyos resultados han sido presentados este martes en Madrid.

Peor también es un problema para la salud. El documento, elaborado en colaboración con la Fundación Heinrich-Böll, evidencia que el consumo de carne se ha duplicado en los últimos 20 años y calculan que subirá un 13% para 2028. Los españoles, por ejemplo, comemos 52 kilos de carne al año cuando lo recomendable son 21, menos de la mitad.

Cada vez hay más jóvenes vegetarianos

A la presentación del informe ha acudido el ministro de Consumo, Alberto Garzón, que protagonizó una severa polémica en las últimas semanas por sus críticas a las macrogranjas. Garzón ha insistido en que cualquier modelo productivo ha de reconocer "los límites del planeta para que los sistemas socioeconómicos se inserten dentro de tales límites es uno de los objetivos más acuciantes de la especie humana".

En este sentido, el titular de Consumo ha avanzado que el Gobierno "profundizará" en los próximos meses en las líneas de trabajo vinculadas al impulso de un consumo "sostenible y responsable" para, a continuación, lamentar que los consumidores tienen "muy poca información" sobre los productos que adquieren y que, en "una gran mayoría de las ocasiones", desconocen tanto las condiciones de producción de los mismos como el coste ecológico de sus acciones de consumo.

"Con la globalización económica, financiera y comercial, muchos de los productos que compramos, también los del sistema agroalimentario, transitan por diversos eslabones de las llamadas cadenas de producción globales y, por lo general, somos completamente ciegos ante esa complejidad económica", ha explicado, convencido de que, en el actual contexto, "difundir desde el espacio político lo que la ciencia reconoce desde hace décadas es insuficiente". A su juicio, los cambios que son "necesarios para salvar la vida en el planeta entran en directa colisión con poderes económicos salvajes y privados", que, ha denunciado, cuentan "con gran capacidad de financiación e influencia en los foros públicos y con capacidad para ejercer mucha presión en las administraciones públicas".

Uno de los resultados más optimistas del informe indica que los jóvenes cada vez consumen menos carne. El 4% de los que tienen entre 14 y 24 años no la toman, el doble que en los adultos. Y no solo en España: esta es una tendencia que también ocurre en Canadá, Reino Unido o Alemania, donde el 13% de los jóvenes no son carnívoros.

Tras la presentación de las principales conclusiones de la investigación tuvo lugar una mesa redonda que fue moderada por el periodista Miguel Ángel Medina y en la que participaron Laura Martínez, de Ganaderas en Red; la portavoz estatal de la Coordinadora Stop Ganadería Industrial, Inma Lozano; el director de CECU, David Sánchez y la coordinadora de Amigos de la Tierra Blanca Ruibal.