La hija de Ester con 12 años sufre una enfermedad neurodegenerativa e irreversible. Desde junio su situación ha empeorado, su cuerpo ya no tolera la alimentación artificial.

Sus padres piden para la pequeña una muerte digna, no quieren que siga aguantando el duro sufrimiento. "Nosotros no queremos que nuesta hija siga sufriendo, no queremos pasarnos ocho meses viendo a nuestra hija demacrada", asegura el padre de la pequeña.

LLevan meses luchando y han conseguido el apoyo del comité de bioética del centro, pero no el del equipo de pediatría. "Dicen que aún no llegó al punto para poder retirarle la alimentación artificial", explica la madre.

Y todo pese a la ley aprobada en junio que regula los derechos de los enfermos terminales sin eutanasia. "Puede manifestar su voluntad de que no se implementen o de que se retiren las medidas de soporte vital que puedan conducir a una prolongación innecesaria de la agonía y/o que mantengan en forma penosa, gravosa y artificial la vida", afirma la ley.

Los padres de Andrea se han reunido con un equipo del hospital. Desde gerencia insisten en que están actuando dentro de la legalidad y siguiendo los estrictos códigos de ética. Ellos seguirán su lucha vía legal.