El programa de 'Y ahora Sonsoles' ha entrevistado a Luis, un hombre colombiano que sufrió durante ocho meses acoso y agresiones por parte de Edwin Arrieta. Ha sido al conocer el asesinato del cirujano en Tailandia, a manos de Daniel Sancho, y el testimonio que este último dio a la policía tailandesa, cuando ha decidido contar su historia. Asegura que hay muchas similitudes entre lo que le pasó a él y lo que Daniel Sancho relata que le ocurrió con Edwin Arrieta, y por eso, dice, se siente "identificado" con él, "como víctima".
En el programa ha narrado cómo Edwin Arrieta insistía en ser su amigo, pese a la negativa de este. Explica cómo le llegaban regalos a casa, aunque nunca llegó a revelarle su dirección, cómo le perseguía por la calle, le amenazaba con presentarse en su lugar de trabajo, le montaba "escándalos" en centros comerciales o restaurantes, o incluso llegaba a agredirle a las puertas de su casa.
El acoso llegó hasta tal punto que se vio superado: "Yo no aguantaba nada. Pensé en arrollarlo con el coche", ha contado. Pero no llegó a tal punto, decidió denunciar: "Yo estaba muy asustado. Era la primera vez que ponía una denuncia de ese tipo, por agresiones, porque es muy duro saber que no eres tan fuerte y que tienes que pedir ayuda", ha explicado.
Asegura que Arrieta le pidió que retirase la denuncia y que le contestó que solo hablaría con él delante de un juez. Incluso, recuerda que la madre del cirujano le llamó y le pidió lo mismo. Fue ya en los tribunales cuando llegaron a un acuerdo por el que Edwin Arrieta tenía que permanecer alejado de él.
"El juez le dijo que si se iba a alejar de mí, que si estaba de acuerdo. Firmó y delante del juez y del policía dijo: 'Es que yo a él lo amo. Este hombre es mío'", recuerda. Cuenta que se sintió violentado, "la persona más vulnerada y mínima del mundo".
Por eso, ahora se pregunta qué pudo hacerle Edwin a Sancho para que el joven español llegase a ese extremo, el del asesinato. Y aunque no le defiende ni le justifica, porque le ha quitado un hijo a una familia, "egoístamente" reconoce que se sintió aliviado al saber que su agresor había muerto.