Uno de los nuevos vecinos de Oleiros, el pueblo más rico de Galicia, ha denunciado a los dueños de una granja porque le molestan los olores que generan los animales, las moscas que atraen y por levantar polvo. Una muestra más de que no siempre las personas que se van de la ciudad a vivir al campo aceptan las normas y/o costumbres de las aldeas, a pesar de que actividades como la ganadera, que lleva en activo desde los años 90, está en regla. "Moscas las hay siempre", sostiene una vecina, que defienden que estaban ahí desde antes de que llegaran los neorrurales.
Sin embargo, a algunos neorrurales no sólo les molestan los animales, sino también algunos sonidos tradicionales. En el municipio pontevedrés de Verducido un vecino ha denunciado hasta en tres ocasiones a la Iglesia por el sonido que produce el "reloj del campanario". Lo que ha producido la indignación de los vecinos de la zona, que lo ven importante para las labores agrarias. "Al campo vas sin móvil, sin reloj y te guías de las campanas", asegura Marcos Rey, presidente de la comunidad de Montes Verducido.
En esta parroquia antes sonaban melodías, las suprimieron, bajaron los decibelios y redujeron el horario, pero aún así el vecino los llevará a juicio en noviembre.

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