Naroa es una perra labradora que, desde finales del año pasado, se dedica a prestar ayuda a los menores víctimas de violencia de género en un programa piloto. "Los perros son catalizadores de emociones, potenciadores de la autoestima y de la comunicación efectiva, y ayudan a mejorar la calidad de vida de las personas", asegura Mar Gómez, trabajadora social y técnica en terapia asistida con animales que en 2010 creó iDogs como una inquietud personal y profesional.
Ahora disponen de cuatro perros con los que realizan intervenciones asistidas para personas mayores con Alzheimer, en el ámbito educativo, para tratar fobias o el que han iniciado hace pocos meses en Valencia con menores que han sido víctimas de la violencia de género.
El color negro azabache y el carácter tranquilo y afable de Naroa contrasta con el temperamento inquieto y despierto de Eli, también labradora de 10 meses de edad, y Gaia, una Golden de 10 meses, que aún están en fase de formación.
A ellas se suma Caribe, un macho de 3 años adiestrado para la ONCE. Con Naroa, certificada desde 2012 como perra de terapia, realizan intervenciones semanales o quincenales, de una hora de duración, acudiendo a los centros de protección y atención a las mujeres víctimas de la violencia machista y sus hijos que hay en la Comunitat Valenciana.
La llegada del perro a los centros es "espectacular y maravillosa por la novedad que supone. En cuanto la ven les cambia la cara", afirma Gómez, quien explica que se persigue hacer visible la importancia de las habilidades sociales y emocionales, gestionarlas y tener destrezas sociales, emocionales y éticas.
Esto, además, predispone a los menores a trabajar de una forma lúdica con los objetivos que persigue el programa, aunque los niños y niñas no sean conscientes de ellos, y donde el eje principal es "el lenguaje no verbal entre el animal y el humano".
El perro, desprovisto de una "comunicación irónica", genera "un clima de confianza y una motivación intrínseca que está vinculada al sentimiento que tenemos los humanos a interaccionar con ellos, a tocarlos y acariciarlos", explica Mar Gómez, que añade que trabajan con menores con edades comprendidas entre los 4 y 12 años.
Aunque los resultados del programa dependen de cada menor, la forma de comunicación con el perro está basada en una conducta vivida de violencia que no es la más adecuada y el niño o niña tiene que hacer un esfuerzo mental para trabajar con la perra "que siente, a la que no se le puede gritar porque se asusta y hay que tratarla con respeto".
"Trabajamos mucho la gestión emocional, que el menor sepa reconocer qué está viviendo, sintiendo y qué nombre tiene ese sentimiento para que puedan gestionarlo, controlarlo y reproducirlo en el resto de habilidades de aprendizaje", ha destacado Mar Gómez.
Trabajan con perros labradores y Golden porque durante mucho tiempo han sido seleccionados para agradar y trabajar con el ser humano. "Tienen un carácter equilibrado, cariñoso, alegre, un temperamento idóneo".
Un perro de asistencia precisa casi dos años de adiestramiento y uno de terapia, cerca de un año y medio. "Es un proyecto a largo plazo", afirma Gómez, también educadora infantil y entrenadora de perros de asistencia.
Por su parte, el secretario autonómico de Igualdad e Inclusión Social, Alberto Ibáñez, asegura que este programa se enmarca en la nueva línea política de la Generalitat que es incorporar, como ya reconocía la ley, a los hijos de las víctimas de violencia machista como víctimas directas.
"La lucha contra la violencia machista es una prioridad del Acuerdo del Botánico", ha destacado Ibáñez, quien ha agregado que se impulsarán nuevas figuras profesionales en los centros de atención de víctimas de violencia machista para que tengan un tratamiento individualizado e integral.
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