Becky Crandley irrumpió en la clase de Matemáticas de su hijo en el colegio Sittingbourne Community College, en Kent, y se sentó junto a su hijo para darle una lección.

El niño, de ocho años, había estado mostrando mal comportamiento en clase en el último año académico. Sin embargo, a pesar de 'amenazar' con sentarse con él en su clase si su comportamiento no cambiaba, ella dijo que la "grosería" de su hijo no se detuvo cuando regresó a la escuela tras las vacaciones.

Por lo que, tras recibir varios correos electrónicos de su maestro en los que le informaba de dos incidentes con su hijo, la mujer se tomó el asunto en sus propias manos.

Crandley ha contado a 'Kent Live' que "todo comenzó el curso pasado", cuando su hijo experimentó un cambio en su comportamiento. "Está creciendo, pero no puedo tolerar su grosería y falta de respeto. He recibido una llamada tras otra del colegio sobre su comportamiento. Le he castigado en numerosas ocasiones, pero nada parecía molestarlo", ha expresado.

Tras ponerse en contacto con el colegio, la mujer se ofreció a sentarse con él para darle una lección y que parase su mal comportamiento en la escuela. La escuela aceptó, por lo que la mujer atravesó las puertas de la escuela y cumplió con las 'amenazas' que había hecho al menor.

"Cada vez que le 'amenazaba' con que me sentaría a su lado en clase si era necesario, él se reía. Pero cuando aparecí en la escuela y me presentaron como su madre, él no tenía ni idea, no le hizo gracia, estaba muy avergonzado", ha relatado la joven madre.

La mujer también recurrió a las redes sociales para compartir su historia porque sentía que "era necesario", ya que, según Crandley, "los niños de hoy están empeorando cada segundo" y "hay comportamientos que no se pueden tolerar". "Creo que más padres necesitan actuar sobre el comportamiento de sus hijos", afirmó.

En la publicación de Facebook, la madre dijo que hace "todo lo posible" por enseñar a sus hijos "la forma correcta de actuar en la vida" y que nunca tolerará "la falta de respeto".

Ahora, espera que el menor haya aprendido la lección. "Si solo tuviera una foto de su rostro cuando entré y me senté a su lado... se puso tan rojo que no hay nada con lo que pueda compararlo", ha bromeado Crandley.