María, la madre que llevaba atrincherada en el Consulado de Uruguay en Barcelonacon su hija siete días, ha entregado finalmente a la niña al padre cumpliendo con la orden judicial.
La entrega se ha producido en el rellano del Consulado, momento en el que la niña ha roto a llorar gritando "No me quiero ir, no me quiero ir". Posteriormente, ha salido un vehículo policial con la menor acompañada de una psicóloga.
A las puertas del edificio ha acudido un grupo de mujeres que se han manifestado en contra de esta medida y es que la menor hace tres años que no veía a su padre.
La historia se remonta a 2016, cuando la madre denunció en Uruguay al padre, residente en Vielha, en el Vall d'Aran, por malos tratos y abusos sexuales a su hija. Tomó esa determinación, según explicó, cuando viajando en avión a su país para visitar a la familia, la niña hizo unos dibujos de contenido sexual.
Ella decidió quedarse en el país, motivo por el cual el padre la denunció por sustracción de menores. El litigo acabó resolviendo que la madre y la hija debían volver a España, lo que se materializó en el verano de 2018, cuando María se instaló en Castelldefels.
En febrero de 2019 se archivó la denuncia de malos tratos y abusos sexuales a la menor y el juez falló a favor del pare para la guardia y custodia de la pequeña. El momento de esa entrega estaba previsto el jueves en el Consulado de Uruguay en Barcelona, conforme dictó el juez, un acto que no se produjo ya que esa sede diplomática señaló que no tenía competencias para acatar esa resolución. Finalmente, este viernes se ha producido la entrega y la menor ya se encuentra con su padre.
La sentencia asegura que María tiene una personalidad paranoide
El TSJC acordó dejar la custodia en manos del padre siguiendo las recomendaciones de nueve profesionales independientes para el "mejor desarrollo emocional de la menor".
La sentencia señala que en el juicio los psicólogos describieron a la mujer como "alguien que interfiere en el vínculo con el padre, con una práctica nociva" para su hija. Y asegura que María tiene una personalidad paranoide y baja escala de sinceridad.
En cambio apuntan que el padre estaba angustiado por la situación y preparado para la práctica de la paternidad.
La Fundació Àmbit Prevenció se mostró crítica con la decisión judicial y acusa al juez de basar su decisión en "el SAP (Síndrome de Alienación Parental), que según explican es un recurso no reconocido por ninguna asociación profesional ni científica".