Se llama Carolina y sabe lo que es sufrir discriminación, miedo y acoso laboral por ser mujer y extranjera: "Mi jefe intentó sobrepasarse conmigo, lo aparté y renuncié al trabajo".
A su condición de mujeres se suma la de ser migrante y eso se traduce en doble descremación. Denuncian jornadas laborales eternas, trabajos sin contrato y por tanto mucha mayor dificultad para conciliar la vida familiar. "Eres la última en acostarte y la primera en levantarte. Se aprovechan de que eres una mujer migrante", explica Carolina.
El 33% de las mujeres que denuncian violencia machista son extranjeras, pero aseguran que esa cifra debería ser mucho mayor, porque en muchos casos no denuncian por miedo. "Por miedo a no poder renovar o perder los papeles no denuncian", explica Isabel Iparaguirre, coordinadora de la Asociación Alianza por la Solidaridad.
Otro gasto más
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Las cenas de empresa ya no son lo que eran. Los trabajadores se quejan de que estos eventos tienen precio de oro y que ya no los paga la empresa, sino que el dinero sale de su propio bolsillo.