Dos mujeres y una bebé murieron ahogados en Gran Canaria el 16 de mayo de 2019 tras cinco días de travesía en patera, los tres últimos sin agua ni comida. Ocurrió en playa de Las Marañuelas y este jueves se han conocido las circunstancias: los empujaron al agua sin contemplaciones.

"Los empujaron fuera de la embarcación. A unos metros de la costa, los echaron al agua sin importarles si sabían nadar o no, ni la profundidad que hubiera", ha explicado a la Audiencia de Las Palmas uno de los policías que recogió el testimonio de los supervivientes en la primera jornada del juicio que se sigue contra el presunto patrón de la patera, el ciudadano marroquí Abdallah W.

La de esa noche de mayo de 2019 en esa playa del sur de Gran Canaria, muy próxima al puerto de Arguineguín, fue una patera "atípica", según han reconocido ante el tribunal los funcionarios de la Brigada de Extranjería incluidos en este proceso, porque no es habitual que en la misma embarcación lleguen a la vez subsaharianos y magrebíes.

El procesado se enfrenta a una posible condena de ocho años de cárcel por un delito contra los ciudadanos extranjeros, en concurso con tres homicidios por imprudencia, después de que esta misma mañana rechazase una oferta de la Fiscalía de rebajar su pena a seis años si reconocía los hechos ante el tribunal y aceptaba la condena.

Abdallah W. declarará el 30 de septiembre, cuando se retome la vista, pero hasta ahora siempre ha mantenido que él ni siquiera iba a bordo de la barquilla, sino que estaba desde bastante tiempo antes en Las Palmas de Gran Canaria, donde lo detuvieron cuatro días después del naufragio; no obstante, la Policía aporta pruebas que cuestionan esa versión, como una nota de voz rescatada de su teléfono.

En ella, ha resaltado ante el tribunal uno de los agentes que investigó el caso, se le escucha dar explicaciones en árabe al padre de otro de los ciudadanos marroquíes que inicialmente fueron detenidos por esos hechos, en los que hoy no esta imputado.

El hombre le preguntaba dónde estaba su hijo y, en ese mensaje de voz, Abdallah W. le contesta que lo detuvieron porque no le hizo caso cuando le aconsejó que saltase antes de encallar y huyera, sino que se quedó a ayudar a los subsaharianos que cayeron al agua.

La Fiscalía acusa al procesado no solo de haber sido una de las personas que fletó la patera y cobró el dinero a sus ocupantes, sino también de haberla pilotado hasta Canarias y haberla dejado a su suerte cuando ya estaban cerca de la costa, en unos fondos pedregosos contra los que la barquilla chocó violentamente.

Seis de los ocupantes de la patera, que luego se convirtieron en testigos protegidos, lo identificaron como el patrón y dijeron más de él. Fue uno de los ciudadanos marroquíes que durante los días de travesía maltrató y amenazó a los subsaharianos, denunciaron.

En principio, ninguno de esos seis testigos declarará en el juicio, porque no ha sido posible localizarlos ya, han explicado las acusaciones, que piden al tribunal que valore lo que ya manifestaron durante la instrucción, que consta en el procedimiento.

La defensa no solo cuestiona esos testimonios, sino que ha pedido al tribunal que despoje a esas personas de la protección y le revele sus nombres, porque, de lo contrario, argumenta, su cliente quedará indefenso, ya que no sabrá si quienes le señalaron iban o no realmente a bordo de la patera.

La Audiencia de Las Palmas no ha aceptado esa petición y ha continuado con el juicio, interrogando a los policías que en su momento atendieron y escucharon a quienes sufrieron el naufragio. "En sus testimonios quedó claro que eran el grupo de magrebíes los que habían organizado el viaje, los que llevaban la voz cantante y los que habían maltratado al resto", ha relatado un agente.

Otro ha contado que varios testigos relataban que los responsables de la patera les ordenaron que no llevaran comida ni agua, que ellos se ocupaban. Pero, ya fuera a propósito, o por un mal cálculo, la patera se quedó sin víveres ni agua al segundo día en el mar y la tensión creció a bordo.

Otro de los agentes ha explicado al tribunal que los organizadores de esa patera (con al menos 30 personas a bordo) repartieron entre sus ocupantes "cinco o seis chalecos salvavidas", aunque en realidad, ha precisado, no merecían ese nombre. Él los tuvo en sus manos y asegura que eran chalecos "ful" (falsos), "de juguete".

Cuando la patera encalló con fuerza, varios de sus ocupantes cayeron por la borda de inmediato. Una de las mujeres, que llevaba a una bebé atado a la espalda con un pañuelo, trató sin éxito de ayudar a una de las que se ahogaba y, en esa reacción, o al caer ella después también al agua, el bebé se le deslizó al mar.

Fue encontrado un día después, ahogado, en una playa relativamente lejana de la zona, en Taurito, después de una desesperada búsqueda. Se llamaba Sahe Sephora Penielle y tenía un año.