Han pasado 23 años desde que apareció el primer contenedor amarillo en nuestro país. Y, desde 1997, la concienciación y el fomento del reciclaje han cambiado casi tanto como nuestro país. Entonces había que explicar a qué contenedor iba cada residuo que generábamos. Ahora, una vez aprendida la lección, conocer en lo que se convierte este hábito es un factor fundamental para incitar al reciclaje.

"La historia del reciclaje moderno comenzó con el contenedor verde, que fue el primero que llegó a las calles", explica a laSexta la directora de marketing y comunicación de Ecoembes, Nieves Rey. "Luego llegó el azul y en el 97, el amarillo", explica.

Pero el gran 'boom' del reciclaje ha llegado en los últimos años, tal y como ha podido comprobar esta cadena, gracias al fomento del hábito por parte de las administraciones públicas. Hoy en día, el 80% de los hogares cuentan con diferentes cubos para separar los residuos.

Ahora nos hemos habituado a separar la basura antes de depositarla en el contenedor correspondiente. Desde los contenedores amarillos, de envases, los residuos viajan a una planta de selección donde se separan antes de enviarlos a la instalación recicladora para convertirlos en algo diferente. En esas plantas se elaboran las granzas: la materia prima con la que se fabrican los productos a partir de envases reciclados.

Así, por ejemplo, con cuarenta botellas podemos hacer un forro polar y fabricar una lata de refresco con materiales reciclados nos permitirá ahorrar un 90% de energía. Informar a la población de las posibilidades de su sencillo gesto es lo fundamental. Lo constata Maribel Fuentes, de la empresa municipal de limpieza del Ayuntamiento de Getafe: "Ya no explicamos solamente qué va a cada contenedor, sino que si lo deposito en uno concreto qué va a pasar con ese residuo".

Además, el impacto económico del reciclaje también es positivo en nuestro país: genera más de 46.000 empleos.