La apertura de casas de apuestas en zonas cercanas a centros educativos afecta de forma directa al rendimiento escolar de los jóvenes, especialmente en los lugares donde se registran las rentas más bajas. Así lo ha indicado un novedoso estudio publicado por dos investigadores predoctorales españoles, Mar Cañizares y Sergi Martínez, ambos miembros del Instituto Universitario Europeo de Florencia. Los datos de este trabajo se han obtenido a través de un profundo análisis realizado en Madrid.
En concreto, Cañizares y Martínez estudiaron qué cambios produjo en la comunidad educativa de distintos barrios la aparición de este tipo de establecimientos con una distancia entre ambos menor a 500 metros. Para ello, midieron y compararon las evaluaciones registradas de estudiantes de la EvAU de Madrid -más de 270 centros- entre los años 2014 y 2017. Eso sí, teniendo en cuenta diferentes escenarios, como las zonas más desfavorecidas y menos, o en escuelas públicas o concertadas.
En estos casos se tenían en cuenta las calificaciones notificadas por los centros educativos en fechas anteriores a que se abrieran los locales de apuestas en zonas cercanas, las calificaciones con la reciente apertura de estos establecimientos y las calificaciones cuando dichos lugares de apuestas ya llevaban al menos un año instalados en la zona. Los datos son tan claros como demoledores, pues de toda la investigación se deduce que el rendimiento escolar baja considerablemente, y más según el nivel de renta.
Los resultados: una bajada del rendimiento del 0,25 hasta el 0,7, según la zona
De media, según esta investigación, los jóvenes estudiantes reducen su nivel de rendimiento en 0,25 puntos -en una escala del 0 al 10- cuando se abre un local de apuestas cerca de su centro educativo, una cifra que se incrementa en barrios humildes (estudio de centros públicos o privados-concertados), donde los estudiantes llegaron a registrar medio punto menos en la calificación general media. Además, en estas mismas zonas la situación empeora gravemente después de un año: la nota baja hasta un 0,7.
Un resultado que pone en alerta la situación que vive nuestro país con las casas de apuesta y que agrava aún más esta problemática después de conocer los datos que aportó recientemente la Dirección General de la Ordenación del Juego (DOGJ), dependiente del Ministerio de Consumo, que indicó en un estudio que un 30% de los adolescentes asegura haber jugado alguna vez en los últimos 12 meses, un 5% reconoce tener sobre problemas relacionados con el juego y entre el 1 y el 1'5% asegura sufrir problemas graves.
La presión de la industria del juego en la sociedad
Así lo advierten el Colegio de Médicos de Alicante (COMA) y la sociedad científica Socidrogalcohol con motivo del Día Sin Juegos de Azar que se celebró este viernes -un día después de que se publicara el estudio de Cañizares y Martínez-. Estas entidades tienen por objetivo dar visibilidad a un problema de salud grave que podría incrementarse en los próximos años si no se trabaja en la prevención. El trastorno de la conducta adictiva se caracteriza por una falta de control que acaba por tener consecuencias físicas, psicológicas y sociales.
En las últimas décadas, la industria del juego ha ejercido una presión muy grande hacia la sociedad y hacia algunos de sus colectivos vulnerables, como los jóvenes o las personas con problemas de adicción, y lo ha hecho de distintas formas, como el número de locales, la publicidad y el marketing y de los modelos a seguir. De hecho, la facturación tiene un volumen enorme, por encima de los 40.000 millones de euros al año entre loterías, casinos y apuestas deportivas. La inversión publicitaria es proporcional a los millones que facturan.
Esta presión se ha traducido en un mayor número de jugadores, sobre todo jóvenes, muchos menores de edad. "La ludopatía va a generar problemas económicos, de autoestima, de salud mental y problemas familiares. Cuesta aceptar que no hablamos de vicios, sino de enfermedades", afirma el doctor Bartolomé Pérez Gálvez, psiquiatra de la unidad de Alcohología del Hospital de Sant Joan, para advertir: "Con el juego estamos teniendo la misma permisividad e hipocresía que hemos tenido con el alcohol y el tabaco".
Desde la Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados (FEJAR) aseguran que no hay más personas con adicción que antes de la pandemia, pero "sí que es cierto que sí hay más personas que antes coqueteando con el juego sin que verdaderamente haya una percepción del riesgo real". "El peligro es la normalización de las casas de apuestas como espacio de ocio, sobre todo entre los más jóvenes que las usan como lugar de reunión. Está claro que hay una carencia de alternativas de ocio", constata Juan José Lamas, director técnico de FEJAR.
Para los expertos, también se produjo una anomalía, sobre todo durante el confinamiento. "No ha habido más juego, sino una migración hacia otras formas de juego; por ejemplo, de las apuestas deportivas se pasaron al póker". Eso si hablamos de las personas con un problema: los que no lo tenían dejaron de jugar, mientras los que estaban en tratamiento mejoraron porque controlaron mejor sus abstinencias con el apoyo de la familia", agrega Daniel Lloret, psicólogo e investigador en la Universidad Miguel Hernández.
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