En vísperas de la huelga del 8 de marzo, algunas voces en el PP la tacharon de "oportunismo político" y en su lugar, apostaban por demostrar la capacidad de las mujeres trabajando: "Yo ese día estaré trabajando todavía más, haré una huelga a la japonesa" defendía Cristina Cifuentes.
Pero Rajoy también se desmarcó de esas palabras: "No me reconozco en la afirmación de la huelga a la japonesa". Pero al mismo tiempo, el argumentario del PP calificó la huelga de frívola y elitista y dentro del partido cada uno la ha interpretado a su manera: "¿Qué me parece el Me Too? Estoy encantada" decía Ana Pastor.
Aunque desde la oposición responden a Ana Pastor: "Eso se hubiese complementado mejor si en el Congreso de los Diputados en lugar de crear una agenda paralela a la del movimiento feminista, se hubiesen sumado todas las diputadas a la huelga" defendía Irene Montero.
Y mientras la Ministra de Igualdad opinaba así sobre el feminismo: "me parece una etiqueta". Otros miembros de su partido no decían lo mismo: "Soy feminista" decía Hernando. "Feminismo forma parte de los valores fundamentales de nuestra democracia" aseguraba Levy.
El Gobierno se esfuerza ahora por mostrar que el tema les preocupa: "Seguir trabajando porque la lucha por la igualdad real es un movimiento de todos" defendía Méndez de Vigo. Una acción que los socialistas secundaron con "paros parciales porque es la petición que nos han hecho los agentes sociales", decía Sánchez.
Y que Ciudadanos se negó a respaldar: "No apoyamos la huelga general anticapitalista porque no somos anticapitalistas" decía Albert Rivera. Pese a que rostros de la formación acudieron a la manifestación y fueron abucheados por considerar que su rechazo a la huelga no comulgaba con los valores de la manifestación.