El uso del fentanilo y sus dramáticas consecuencias en Estados Unidos hacen que en España nos preguntemos cuál es su situación. El acceso a este medicamento es fundamental para muchos pacientes para los que es necesario para su día a día.

Bárbara Manzanero, de 39 años, padecía una obstrucción intestinal debido a su enfermedad de Crohn. Optaron por intervenirla, pero hasta la fecha de esta operación los dolores persistían y eran demasiado fuertes para sobrellevarlos. Finalmente, terminaron por recetarle fentanilo, un potente opiáceo sintético. La dosis que le recetaron era, según le indicaron posteriormente, demasiado alta. Conforme la iba bajando, acababa en el hospital ingresada.

"En uno de esos ingresos se retrasaron a la hora de cambiarme el parche. Tardaron un día y medio y fue horrible. Allífue cuando nos dimos cuenta de que lo que tenía era un síndrome de abstinencia grandísimo", explica Manzanero. Y no era lo único que le ocurría. También empezó a tener alucinaciones, vómitos o temblores. "Yo he podido dejarlo por vivir aquí, por estar dentro del sistema sanitario público español. Veo a la gente en Estados Unidos y pienso que muchos de los adictos no van a sobrevivir, y se me ponen los pelos de punta. Considero que soy una afortunada", destaca.

El doctor Manuel Herrero, miembro del grupo de dolor crónico de la Sociedad Española de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor (Sedar), no cree que en España se genere el mismo problema que en Estados Unidos con el consumo de fentanilo. En Norteamérica las muertes por el consumo de este opiáceo se cuentan ya por miles."Adquirir el fentanilo fuera de una indicación médica es prácticamente imposible en nuestro país,por los controles que tenemos establecidos... Hay casos puntuales de pacientes que pueden tener un problema de adicción. Pero son muy esporádicos... De ahí la importancia de los controles que hacemos sobre ellos", reincide.

Por ejemplo, se lo ha llegado a recetar a Flor, para tratar el dolor de metástasis óseas. A ella le preocupa que se acabe usando en España también como diversión. "Se me ponen los pelos de punta como paciente porque eso que a mí me está ayudando a vivir, que me está dando calidad de vida... si al final se restringe, porque se malentiende su uso, será un recurso menos...", subraya. Por eso, pide prudencia a los jóvenes para que esto no pase, tanto por su propia salud como por los que realmente lo necesitan.