Una locura poco realista. Un error. Sería el último recurso al que recurrir. Fueron algunas de las reacciones de la comunidad educativa cuando la Comunidad de Madrid abrió la puerta a la posibilidad de hacer una clase con alumnos de entre 3 y 8 años formada por aquellos niños que no entrasen en las aulas para mantener la distancia de seguridad de 1,5 metros.

"Entiendo que la situación es excepcional y se tienen que tomar medidas que no se han tomado nunca pero la que proponen, debería ser la última de las opciones", afirma Andrés Cebrián, presidente del sindicato de profesores ANPE.

Para Beatriz, maestra de Educación Primaria en Madrid, esta medida es "una locura poco realista, un error" porque "se puede trabajar el mismo tema con actividades diferentes en algunas asignaturas y en momentos puntuales, pero cuando se complican los contenidos, ¿qué pasa?", se pregunta.

A un niño de 4 años no le puedes tener una hora haciendo matemáticas"

Beatriz, maestra de Primaria

Los ritmos de atención y las dinámicas de un niño de tres o cuatro años no son las mismas que en uno de ocho: "Cada edad demanda un estadio a nivel psicológico, a un niño de 4 años no le puedes tener una hora haciendo matemáticas, por ejemplo", explica la profesora.

"Pedagógicamente no es nada acertado. Nos parece muy complicado desarrollar el currículum", insiste Cebrián, que cree que si se lleva a cabo, la medida también va a ocasionar muchos problemas en las familias si no se clarifican los criterios de selección, de los que no se sabe nada todavía.

Pero no es solo una cuestión de contenido, también es un problema de gestión de tiempo, del horario, las dinámicas dentro del aula, el cómo se explican o introducen los temas... Complicaciones a las que los profesores de los Centros Rurales Agrupados (CRAs) tienen que hacer frente a diario. Eso sí, con un ratio menor de niños y niñas por aula.

Yo lo veo inviable: o te centras en los de Infantil o en los de Primaria"

José Mª Feito, pedagogo y maestro

José María Feito, pedagogo y maestro de Educación Primaria, lo sabe bien después de cinco años trabajando en diferentes escuelas rurales y pequeños colegios: "Lo máximo que yo he tenido han sido 14 alumnos, como docente es mucho más trabajoso, pero en este caso se solucionaría con la docencia compartida, con dos maestros en el aula", reconoce. Una solución que también tienen presente desde el sindicato ANPE: "La solución más razonable o más lógica sería aumentar el número de profesores, pero hay que aumentar las plantillas".

En la mezcla que propone la Comunidad de Madrid, ni siquiera un mismo profesor estaría formado para trabajar con alumnado de Infantil y de Primaria porque son especialidades diferentes: "Yo lo veo inviable, lo digo por mi experiencia: o te centras en los de Infantil o en los de Primaria", admite Feito.

El problema de la medida es que "se ve como algo excepcional y no se está tomando tan en serio", incluso las familias lo verán como "un experimento negativo"; nadie quiere que su hijo sea el que va al aula de "los que sobran". Sin embargo, si se diseñara bien, este docente es optimista y cree que podríamos estar ante un aula de innovación y experimentación, se podrían mejorar los métodos de enseñanza, "pero para eso tendría que haber un proyecto que no hay", critica.

Parches en lugar de estrategias reales

Si hubiera una buena estrategia, los alumnos podrían beneficiarse de la parte positiva de compartir aula con niños de diferentes edades: se puede potenciar el aprendizaje servicio, cooperativo y constructivo. "Los más mayores se sienten realizados porque explican a los más pequeños, que a su vez se sienten motivados porque a veces entienden lo que les explicas a los mayores", ejemplifica Feito.

La incertidumbre a la que se enfrenta la comunidad educativa parece no tener fin. "Nosotros somos profesionales y hacemos lo que nos dicen, pero la verdad es que nos están volviendo locos: nos dicen una cosa y al día siguiente la contraria", reconoce Cebrián.

Por su parte, Beatriz tiene claro que "lo que conocíamos antes, ya no existe", por eso, prefiere olvidarlo de cara al curso que viene. La docente asume que este verano, aunque pueda descansar, no va a parar de hacer guías y mantenerse atenta a lo que digan las administraciones, como la mayoría de sus compañeros: "Esto no es llegar en septiembre y ya está", asevera.

Nadie sabe el escenario al que tendremos que enfrentarnos cuando comience el curso escolar: si será el mejor o el peor posible. Cebrián cree que ahora "es el momento de trabajar para contemplar todas las opciones", pero medidas como la propuesta de la Comunidad de Madrid tendrían que ser "el último recurso al que recurrir".