Los manteros se esconden al sentir la presencia policial. Corren de un lado a otro cargando la mercancía falsa que venden para sobrevivir. "Me gustaría conseguir un trabajo y dejar la manta para siempre. No es que yo haya querido hacer esto, es que no me sale otra cosa", afirma uno de ellos.

En la manta que cada día extiende en las Ramblas, Lamin expone su presente y futuro. "Somos ilegales y la única salida que hemos encontrado aquí es la venta ambulante", asegura.

Alfombran con sus bolsos y ropa falsificada las calles de las grandes ciudades españolas. Mientras, esperan la llegada de alternativas sociolaborales. "No se soluciona este problema mandándonos a la Policía, hay que crear otras alternativas laborales", opina Asis, un senegalés de tiene 32 años.

Para ello, Madrid estudia crear el carné del ciudadano con el que puedan acceder a los servicios sociales. Y Barcelona prepara una cooperativa que dé trabajo a algunos de ellos. "Nadie quiere seguir vendiendo en la calle trabajando doce horas cada día y ganando una miseria", asegura Asis.

Junto a otros compañeros, ha creado el primer sindicato de manteros en Barcelona. Sin embargo, el top manta es la pesadilla de muchos comerciantes, alegan que su presencia les supone pérdidas cercanas al 30%. "Ni pagan tasas por ocupar la vía pública, y por supuesto no tienen régimen de seguridad social, ni de autónomos, ni de nada. Osea, están al margen de la legalidad", explica José Luis de Lucio, gerente de APRECA.

Pero hasta que puedan acceder a nuevas alternativas, centenares de ellos siguen copando las calles con su venta ambulante ilegal.