España está acogiendo estos días a varias mujeres africanas que se atrevieron a luchar contra esta práctica en su tierra, donde es toda una tradición. Un ejemplo es el de Janet, que escapó de una ablación cuando todo estaba preparado: "Cuando vi los preparativos para mi ablación y la de mi hermana, me escapé corriendo a casa de mi tía".

Fue la primera niña en negarse a seguir esta tradición de la aldea de Kenia en la que vive, pero su hermana no pudo escapar y sí fue mutilada. Al igual que Jennifer, que rechaza totalmente la práctica: "Yo no quiero que mis hijas pasen lo mismo que yo".

Aunque esté prohibida, aún hay 28 países del África subsahariana y de Oriente medio donde se practica. El modo de eliminarla de las tradiciones es empezando por las propias comadronas. "Trabajamos con ellas para que se ganen la vida con otras actividades", explica Tabitha Pertereu.

Es un problema que también afecta en nuestro país: con la llegada de emigrantes a España que tienen esta práctica arraigada en sus culturas, el riesgo de ablaciones en nuestro país afecta a 17.000 niñas. Los pediatras son los primeros que deben actuar ante el descubrimiento de una mutilación de este tipo.

Por su parte, Naciones Unidas estima que hay 125 millones de mujeres mutiladas en el mundo. 6.000 niñas de entre 4 y 10 años son víctimas de ablación cada día.