La Audiencia de León ha ratificado la sentencia dictada por el Juzgado de lo penal número 1 de León que absolvió a dos guardias civiles acusados de coacciones por vejar y amenazar a la propietaria y clientes de un bar en la localidad de Carrizo de la Ribera.
Así, la Audiencia provincial desestima los recursos interpuestos contra la sentencia del citado juzgado que absolvió a los dos agentes, para los que la Fiscalía solicitaba sendas penas de dos años de cárcel, según informa el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León.
Los absueltos estaban acusados de tomar el mando del bar cerrando la puerta y obligando a los clientes a fumar y a apagar sus móviles. Según la denuncia, ambos pasaron al interior de la barra y se sirvieron bebidas, además, pusieron música en el ordenador, incluyendo el 'Cara al sol'.
Posteriormente, se les señala por colocar sus armas encima de la barra y obligar a los clientes a introducirse balas en la boca y en sus bebidas. Por último, se afirmaba que uno de ellos intentó besar a la dueña del bar diciéndole: "Eres mía".
Finalmente, en su sentencia, el juzgado considera que no queda acreditado ninguno de los hechos y que "no consta" que uno de los guardias civiles intentará abrazar y besar a la dueña del bar y denunciante de los hechos diciéndole: "Eres mía".
En el juicio, celebrado el pasado 28 de febrero, los dos acusados, de baja psicológica desde 2014, negaron los hechos y explicaron que todo se debía a una trama urdida por el sargento que era su superior en esos momentos, y denunciaron que sufrían "acoso laboral" y una "continua persecución".
Por su parte, la denunciante se ratificó en los hechos denunciados, supuestamente ocurridos en 2013, e incluso dio más detalles de las amenazas y vejaciones sufridas que no desveló en la instrucción previa. La denunciante explicó que tardó un año en denunciar los hechos por "miedo", y reconoció que lo hizo animada por el sargento del puesto y un capitán que instruyó la investigación abierta a los dos agentes.
El sargento que era el superior de los dos agentes afirmó en el juicio que tenía conocimiento de su comportamiento "irregular" por comentarios anónimos que le habían llegado, y negó cualquier interés personal en ir contra ellos.
El abogado de los acusados insistió en que nunca se localizó a los cuatro supuestos clientes que había en el local porque, tal y como sostuvieron sus defendidos "cuando entraron los guardias civiles solo estaba la propietaria a la que informaron de que estaba sobrepasando la hora de cierre y que el local olía a tabaco".
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