La preparación y eficacia del diputado madrileño son ya tan conocidas como su atractivo y telegenia, las mayores bazas de quien anunció su candidatura ofreciendo "unidad" y "cambio" para convertirse en la amalgama del socialismo español en sus horas más bajas. A sus 42 años, Pedro Sánchez dijo que sería el "candidato de la carretera" y lo ha sido.

Antes de confirmar sus aspiraciones ya había recorrido 30.000 kilómetros durante ocho meses en su Peugeot 407 para darse a conocer a los afiliados, pero en el último mes ha dormido en sus casas, les ha hablado, les ha besado y se ha hecho fotos con ellos. En más de una federación ha conseguido que dirigentes y cuadros medios que no se hablaban entre sí trabajen juntos para él, una habilidad para sumar a gente incompatible que no ha tenido su principal adversario.

Su fuerza como imán de mayorías atrajo más avales hacia él que la suma de sus dos contrincantes: 41.338 firmas (25.238, Madina y 9.912, Pérez Tapias) que le situaron como favorito en doce de las diecisiete comunidades autónomas, entre ellas en Andalucía, la más numerosa e influyente, donde ha arrasado en número de votos. Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Complutense de Madrid, máster en Economía Política Europea por la Universidad Libre de Bruselas y en Liderazgo Público por el IESE, Sánchez sabe inglés y francés.

Trabajó un periodo corto de tiempo en el departamento de Relaciones Internacionales de la ONU y en el gabinete del Alto Representante de Naciones Unidas en Bosnia para el proceso de reconstrucción y fue dos años asesor en el Parlamento Europeo. Con ese currículum, empezó a hacer trabajos como economista para el PSOE de los primeros años de Zapatero, que decidió contar con él para el equipo encargado de promocionar en Madrid a una entonces desconocida Trinidad Jiménez y le metió en la lista al Ayuntamiento de la capital en las municipales de 2003.

De esta forma, Pedro Sánchez no sólo era, a los 31 años, el responsable de los temas de Economía y Urbanismo del PSOE en el Ayuntamiento más grande de España, sino que desde allí seguía trabajando para el entonces 'número dos' del partido, José Blanco. Allí estuvo seis años como concejal de la oposición cuando Alberto Ruiz-Gallardón era alcalde, allí era conocido como Pedro "el Guapo" y en esa época se casó y Trinidad Jiménez, su madrina política, ofició su boda no religiosa en el hipódromo de la Zarzuela.

Sánchez cambió entonces el popular distrito de Tetuán, donde vivían sus padres y donde él y su padre siguen militando, por el prestigioso municipio de Pozuelo de Alarcón, y quiso también dar el salto a la política nacional, aunque el resultado de las generales de 2008 no le permitió conseguir escaño. Entró en el Congreso al año siguiente, para ocupar la vacante que dejó Pedro Solbes, y aunque mejoró su puesto en la lista en la siguiente legislatura, tuvo nuevamente que esperar más de un año para volver al Congreso, en ese caso en sustitución de Cristina Narbona.

Esa discontinuidad le llevó a ganarse la vida fuera de la política, trabajando de consultor autónomo en proyectos internacionales, y a sacarse el doctorado en Economía y Empresa para dar clase en la universidad. También para liderar el PSOE tuvo que esperar una vacante, esta vez la de la andaluza Susana Díaz, cuya decisión de no presentarse le abrió el camino. Los que han tratado con él hablan de alguien "muy trabajador", "competitivo", "eficaz", "ambicioso", "calculador" y "preciso".

Dicen además que es "afable" y "simpático"; tiene dos hijas y que jugó al baloncesto hasta los 21 años en el Estudiantes. Fue uno de los coordinadores de la Conferencia Política que definió en noviembre de 2013 el proyecto político del PSOE para la próxima década y desde hoy tiene ante sí la difícil tarea de amalgamar también a los que no le han votado.