Fueron diferentes en el fondo y en la forma, mientras Rajoy fue moderado, sobrio y gesticuló lo justo, Rubalcaba lo decía todo con las manos, envolvía el mensaje y lo remarcaba con fuerza, aunque los expertos en comunicación creen que en ocasiones resultó exagerado y su mensaje pudo quedar artificial. 

Lo que más destacó durante el debate fue la lectura constante de Rajoy, el presidente del Gobierno no se separó de su papeles, durante sus discurso e incluso en las réplicas recurrió a la lectura.

Según detalla Pedro Palao Pons, de la compañía TISC Coaching, la lectura "coarta la movilidad, la gestualidad y la corporalidad, cuando no lees eres más fresco a la hora de moverte, enfocar y citar a los demás". 

El líder socialista también demuestra su capacidad para generar titulares, así lo hizo al preguntar a Rajoy en qué país vive. Palo Pons considera que fue una manera de "romper el hielo inicial" y después, comenzar a iniciar su locución. 

Mariano Rajoy, sin embargo, fue de frases largas, de datos y más datos. Carolina Pérez Sanz, directora en lingüística aplicada, explica que "fue un discurso muy denso lleno de significado con enunciados difíciles de seguir".  

Para la puesta en escena, Rajoy optó por un color azul intenso, un color para ser más triunfante. Mientras, Rubalcaba optó por el color de la seguridad, el rojo. 

Además, la voz también les define, la de Rajoy es grandilocuente y la de Rubalcaba fatigada.