De cuando Mariano Rajoy dejaba en el aire si acudiría a la investidura: "No conviene, en ninguna faceta de la vida adelantar acontecimientos" decía en julio. Y ahora fija, sin todos los apoyos necesarios, una fecha concreta: "Hoy estoy en disposición de acudir a la sesión de investidura".

Tres semanas de conversaciones con el fin de persuadir a PSOE y Ciudadanos: "En esa operación, en la del reblandecimiento, es en la que estoy". Y así contar con sus apoyos pero el Partido Socialista se ha mantenido inamovible en su no al PP: "Nosotros no vamos a apoyar aquello que queremos cambiar" dice Sánchez.

Pero Rajoy sabe que sin los votos socialistas se dirige a una investidura fallida: "Si el señor Sánchez no cambia su posición, no sale del no, es imposible una investidura". Con la puerta del PSOE cerrada, Ciudadanos abrió la suya: "Hay que dar un paso, hay que mojarse" dijo Rivera. Y planteó su solución para poner fin al bloqueo: "Seis condiciones para que nos sentemos en una mesa de negociación".

Pero Mariano Rajoy tenía que meditarlas: "Voy a convocar el comité ejecutivo de mi partido para estudiar las implicaciones que tienen esas propuestas". Aplazó su respuesta una semana más tarde, tiempo que aprovechó para seguir presionando a los socialistas hasta en sus días de descanso: "Si el PSOE mantiene su posición no habrá gobierno y habrá elecciones".

Tras una ejecutiva en la que aseguraba no haber valorado la propuesta: "Nosotros no hemos hablado de las condiciones, con absoluta franqueza. Nadie ha dicho una palabra sobre ninguna de las condiciones". Un día más tarde, el líder del PP daba luz verde: "Hay buena disposición entre ambas partes". Con los plazos calculados, Rajoy ha puesto fecha a su investidura, una fecha con los tiempos ajustados que de no prosperar obligará a votar el día de Navidad.