El inspector Manuel Morocho ha denunciado las presiones en la investigación por la trama de la caja B del Partido Popular.

En su declaración ante el juez Manuel García Castellón, ha manifestado que el exministro del Interior Jorge Fernández Díaz intentó influir en los informes sobre las donaciones de empresas constructoras.

En este sentido, ha destacado que, a pesar de que no disponían de toda la documentación requerida, le instaron a concluir el informe porque "querían cerrar la investigación cuanto antes". Así se lo comunicó el exministro a sus superiores, según se desprende de su declaración.

Morocho también ha dicho ante el magistrado de la Audiencia Nacional que el juez Pablo Ruz "no se sentía seguro" en su despacho por las presiones al inspector. Así, ha asegurado que en una ocasión, tuvieron que buscar una reunión fuera de la oficina judicial, "en un lugar más seguro". De hecho, el magistrado le llegó a pedir que hiciera un barrido electrónico ante la posible presencia de aparatos de escucha.

Este jueves conocimos que el inspector declaró que se le "conminó a que no pusiera en el cuerpo del primer informe ningún nombre de responsable político y, concretamente, se expresó el nombre de Mariano Rajoy" porque "no querían que apareciera". "No me dejaron que se pusieran los nombres. Todas aquellas personas que aparecían como beneficiarias de fondos de la caja B", afirmó.

Morocho también ha sostenido que le indicaron expresamente que eliminara cualquier tipo de relación que pudiera ver entre las adjudicaciones de obra pública y la 'caja B' del Partido Popular: "[Me pidieron] que siguiera la dinámica que el PP estaba siguiendo ante la opinión pública: que esos documentos eran inveraces, que la única contabilidad que había era la del Tribunal de Cuentas; que no afectaban los documentos al PP".

Preguntado acerca de quién sugirió que no aparecieran nombres del PP en el informe, hizo alusión a "toda la cadena de mandos". "Las reuniones eran colectivas y en ellas se me conmina a a que cambiara, quitara", reitera el declarante, ante lo que el magistrado Castellón reconoce que, con su testimonio, Morocho pinta "un panorama desolador", sentenció.