En el PP se han metido en cocina para ser fiel a la tradición, toca hacer torrijas, bañarlas, escurrirlas y freírlas para después catarlas.
En Ciudadanos han ido directos a la torrija, Villacís da ejemplo y las reparte casi sin opción. Los hay más comedidos, como Ignacio Aguado.
No copia el hábito su jefe, que en El Confidencial asegura que desayuna "mucha ilusión y muchas ganas". Sin embargo, no perdona la comida en campaña: "Una paella valenciana, unos tomates de la huerta murciana...". El hambre política no se sacia.
Entre mitin y mitin. Sánchez, en cambio, prefiere quemar las torrijas sin perder la rutina diaria, diez kilómetros corriendo.
A Casado lo hemos visto con las manos en la masa, en materia, haciendo queso o partiendo cochinillo y con su maratón de actos, el hambre acaba apretando. "Está comiéndose un bocata de sobrasada que me está poniendo ahora mismo de una envidia tremenda", ha dicho en un mitin dirigiéndose a un niño que estaba merendando.
En Podemos prefieren usar la boca con otro cometido. "Hay un medio de comunicación mucho más importante que cualquier televisión, o que cualquier periódico, es el boca a boca", ha dicho Pablo Iglesias. Apuestan por el boca a boca para llenar las urnas.