Estados Unidos ha vivido dos 'mass shootings' (en español, tiroteos masivos) en menos de 24 horas en Texas y Ohio. Los ataques han dejado 31 víctimas mortales y decenas de heridos. En lo que va de año, han tenido lugar 253 ataques de este tipo, según datos oficiales. En 2018, hubo un total de 340. Estados Unidos es el país con más armas del mundo, 393 millones (más de una por habitante), de acuerdo a un estudio de la 'Small Arms Survey'. El debate sobre la regulación de la posesión de armas ha vuelto a encenderse y el Partido Demócrata ha exigido a Trump que se tomen medidas legales para solucionar este problema; leyes que miles de ciudadanos exigen desde hace años, pero que, a pesar de los esfuerzos de los demócratas, no llegan.

Una cultura apoyada por la Segunda Enmienda

Unas horas antes del tiroteo de Texas, el segundo vicepresidente de la NRA, Willes Lee, expresaba en su cuenta de Twitter: "¿Dónde os sentís menos seguros, más vulnerables? Exacto. En una zona libre de armas". Tradicionalmente, los estadounidenses han asociado las armas a dos conceptos: seguridad y libertad. Se entiende que su posesión es una medida de seguridad, de protección de la propia persona. Además, se entiende como un derecho y un ejercicio de la libertad, ideas que vienen directamente de la Segunda Enmienda de la Constitución Americana.

El texto dice: "Una milicia bien regulada, siendo necesaria para la seguridad de un Estado libre, el derecho de los ciudadanos de tener y portar armas no debe ser violado". Adam Winkler, profesor de la Universidad de California, explica que esta tiene un rol importante a la hora de "configurar actitudes culturales en relación a las armas" y formar políticas en torno a las mismas. Además, de manera similar a lo que sucede con el derecho a la libertad de expresión, existe una "visión de la Segunda Enmienda que sugiere que cualquier ley que restrinja las armas es una violación del derecho".

En los últimos años, según informa el medio 'BBC', el Tribunal Supremo de Estados Unidos ha expresado en dos ocasiones que este derecho, al estar recogido en la Constitución, debe respetarse. En consecuencia, tribunales de menor rango han considerado poner reclamaciones a las prohibiciones estatales de las armas de asalto, los requerimientos de registro y las prohibiciones de portar armas a la vista. Uno de los principales defensores de esta postura es la National Rifle Association (NRA).

El poder e influencia de la NRA

La Asociación Nacional del Rifle (NRA) es el pilar más importante en la política de armas. Se define como "la organización por los derechos civiles que más tiempo lleva en pie", desde 1871, y permanecer tantos años en activo le ha proporcionado una serie de ventajas estructurales que, apoyadas por los gobiernos republicanos, la han convertido en una de las organizaciones más importantes del país.

Su poder se fundamenta en tres ideas: un gran presupuesto, el 'lobbying' y la lealtad de sus miembros. De acuerdo a datos de la 'BBC', la NRA invierte unos 250 millones de dólares anuales en programas educativos, infraestructuras, eventos para miembros, patrocinios y apoyo legal. El dinero que dedica a la promoción de las armas es mucho más elevado que el de cualquier organización antiarmas o favorable a la regulación, explica 'The New York Times'.

Sin embargo, lo que más destaca es su 'lobbying', que consiste en influenciar a personas importantes para que estas apoyen una cuestión en concreto. En 2016, la asociación destinó cuatro millones de dólares a esta práctica. También gastó 50 millones en apoyo político, de los cuales 30 fueron para la candidatura de Donald Trump, expone la 'BBC'. Esta estrategia convierte a la NRA en uno de los grupos más influyentes, ya que le asegura que haya políticos que apoyan sus leyes proarmas. De la misma manera puede influir para que no se lleven a cabo medidas de regulación.

Pero la NRA no podría ser tan relevante si no contase con el apoyo de sus cinco millones de miembros, no solo porque son quienes financian la asociación, sino porque conforman un poderoso grupo de votantes. La capacidad que la organización tiene para influenciarles es muy importante, ya que, tal y como explica 'The New York Times', la aprobación de la NRA es fundamental a la hora de votar a un candidato.

Se necesita el apoyo del Senado

Las elecciones legislativas de 2018 dejaron un titular: el Partido Demócrata había recuperado la Cámara de Representantes, pero los republicanos conservaban el Senado. Ganar el control de la cámara alta habría supuesto un verdadero cambio en favor de los demócratas. Pues, si bien la Cámara de Representantes es la encargada de elaborar la legislación federal que afecta a todo el país, sus leyes siempre deben ser aprobadas por el Senado y, en última instancia, en acuerdo con el Presidente.

Los demócratas son los principales defensores políticos de la regulación y/o prohibición de armas, pero sus esfuerzos por cambiar la legislación se ven constantemente frustrados por la negativa del Senado. Esto es lo que pasó cuando, tras el tiroteo de Newtown en 2012, Barack Obama intentó implantar un sistema universal de verificación de antecedentes.

Además, por cómo está estructurado el Congreso, ganar el Senado es especialmente difícil para el Partido Demócrata. En la Cámara de Representantes, cada Estado está representado de manera proporcional a su población. Por otro lado, en el Senado hay, independientemente de la población, dos representantes de cada Estado. Esta diferencia beneficia al Partido Republicano porque "los Estados dominados por votantes de grandes ciudades, como Nueva York o California, son minoría frente a los muchos Estados rurales" donde usualmente ganan los republicanos, explica la 'BBC'.

En la actualidad, hay 45 senadores demócratas, 53 republicanos y 2 independientes (ligados al Partido Demócrata). A este problema se le suma que para que el Senado apruebe una ley, esta debe contar con un mínimo de 60 apoyos, tres quintos de la cámara, en vez de 51, que serían mayoría simple.

¿Es posible prohibir las armas en Estados Unidos?

Teniendo en cuenta el contexto cultural, una regulación es más probable. No obstante, para que suceda tendrían que darse cambios muy significativos en la política. Los demócratas ya han comenzado a promulgar leyes estatales que regulan la posesión de armas, pero necesitan mayoría en el Senado para poder establecer políticas nacionales, que son las verdaderamente relevantes en esta cuestión.

Algunos republicanos, en vista de las cifras de tiroteos, han apostado por leyes de protección "en casos de extremo peligro", según informa 'The New York Times'. Sin embargo, la mayoría defiende la posesión de armas. En 2019, han permitido que en Florida los profesores vayan a clase armados, y en Idaho han bajado la edad mínima para llevar armas sin permiso a los 18 años.

Es más, tal y como hacia el presidente Trump con los tiroteos de Texas y Ohio, achacan los ataques a factores como las enfermedades mentales, los videojuegos o las drogas. En una entrevista para la cadena 'Fox', el teniente gobernador de Texas, Dan Patrick, afirmaba: "Siempre hemos tenido armas y maldad. Yo veo a una industria de los videojuegos que enseña a la gente joven a matar".

Este tipo de declaraciones forman parte de un discurso que busca retrasar el debate sobre la regulación y suele ir acompañado de llamadas al sentimiento patriótico. "Hay un momento y un lugar para el debate político —expresaba la secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Sarah Huckabee, tras el tiroteo de Las Vegas de 2017—. Pero ahora es el momento de unirnos como país". Tras los ataques de Texas y Ohio, Trump ha mandado "las plegarias de toda la nación" a las víctimas y ha afirmado que "el odio no tiene cabida" en Estados Unidos.