Una "tormenta perfecta"
¿Por qué han sido tan mortales las inundaciones en Texas? Las cuatro claves del desastre con más de 100 muertos
Los detalles Las lluvias torrenciales no fueron el único problema: la tormenta no avanzaba, el terreno empujó el agua hacia zonas habitadas y las alertas llegaron en plena madrugada. Un cóctel mortal en apenas 90 minutos.

Resumen IA supervisado
Texas enfrenta una tragedia histórica tras una tormenta devastadora que ha dejado 104 muertos, incluidos niños, y numerosos desaparecidos. El desastre se centra en el río Guadalupe, que creció seis metros en solo 90 minutos, destruyendo todo a su paso. La tormenta, anclada en zonas montañosas, descargó más de 300 litros por metro cuadrado, exacerbada por la orografía que canalizó el agua hacia los valles. Además, el aire saturado de humedad intensificó la tormenta. El evento ocurrió de noche, sorprendiendo a muchos mientras dormían. La zona es ahora un paisaje de destrucción, con equipos de rescate trabajando sin descanso. El riesgo de nuevas inundaciones persiste, y el estado de emergencia sigue vigente.
* Resumen supervisado por periodistas.
Texas sigue en estado de shock. Lo que parecía otra tormenta de verano se ha convertido en una tragedia histórica. Ya hay 104 muertos confirmados, entre ellos una treintena de niños, y decenas de personas siguen desaparecidas. Las imágenes desde el aire son demoledoras: barrios enteros arrasados, coches flotando en barro, casas partidas por la mitad y familias buscando a sus seres queridos entre los escombros.
El centro del desastre está en torno al río Guadalupe, que en solo una hora y media creció más de seis metros, arrasando con todo lo que encontró a su paso. Y aunque el cielo parece haberse calmado por ahora, las autoridades no bajan la guardia: el riesgo de nuevas inundaciones sigue muy presente.
Pero, ¿qué ha pasado exactamente para que esta tormenta haya sido tan destructiva? ¿Por qué ha golpeado con tanta fuerza?
Una tormenta que se quedó "atascada"
El primer factor tiene que ver con el comportamiento anómalo de la tormenta. En vez de moverse, como suele ocurrir con este tipo de fenómenos, se quedó prácticamente quieta durante varias horas. Francisco Cacho, meteorólogo de laSexta, lo explica así: "Las nubes se formaron en zonas de montaña y se quedaron allí ancladas durante mucho tiempo. No se desplazaban, solo descargaban"
En pocas horas cayeron más de 300 litros por metro cuadrado, una cantidad brutal de agua, equivalente a lo que suele llover en varios meses.
La forma del terreno lo empeoró todo
El segundo gran factor fue la orografía de la región. Las montañas y colinas que rodean la zona actuaron como un embudo. Toda el agua que cayó en lo alto bajó rápidamente hacia los valles, y fue a parar directamente al cauce del río Guadalupe.
"Toda esa lluvia no se quedó en el monte. Descendió muy deprisa a las zonas bajas y se canalizó con muchísima fuerza", explica Cacho. El resultado: el río creció seis metros en apenas 90 minutos, y se llevó por delante puentes, carreteras, árboles… y viviendas enteras.
Aire saturado de humedad
A eso hay que sumar un tercer ingrediente: el aire ya estaba empapado. Días de temperaturas muy altas y una humedad altísima habían cargado la atmósfera como una esponja a punto de escurrirse.
Ese exceso de humedad alimentó la tormenta, que descargó con más fuerza de lo normal. Una especie de "tormenta perfecta" que lo tenía todo para ser catastrófica.
Todo ocurrió mientras la gente dormía
Y quizás lo más trágico: el agua llegó de noche. Muchas personas estaban dormidas cuando comenzaron a sonar las alertas. No todos las escucharon, o no tuvieron tiempo de reaccionar.
En algunos campamentos de verano, niños tuvieron que escapar nadando entre muebles y barro. Uno de ellos contaba: "Nuestra única salida era salir nadando de las cabañas. Todo era oscuro, no sabíamos dónde estaba la puerta".
Escenas de destrucción
Ahora las zonas afectadas son un paisaje de destrucción. Mantas infantiles cubiertas de barro, peluches mojados, cristales rotos, calles convertidas en canales. Las ventanas de muchas casas reventaron por la presión del agua. El lodo lo cubre todo.
Los equipos de rescate siguen trabajando sin descanso. Hay zonas a las que solo se puede acceder en barca o helicóptero. Cada día que pasa es clave para localizar a los desaparecidos.
Y aún no ha terminado. El gobernador de Texas ha declarado el estado de emergencia. Y aunque ha dejado de llover, los expertos advierten que el peligro no ha pasado. El suelo está saturado, los ríos van llenos y cualquier nueva tormenta puede provocar otra inundación.