El Ejército israelí se prepara para tomar Rafah, la región al sur del país donde viven 1,4 millones de gazatíes hacinados en la ciudad. Hasta aquí se han desplazado huyendo de sus hogares cuando comenzó la invasión israelí. Durante estos días, Israel lanza panfletos en los que piden que se retiren, ya que ahora Netanyahu ha puesto su objetivo en el sur, en Rafah.

"Están atrapados", describe su situación Raquel González de Médicos Sin Fronteras. El problema es que ya no hay sitio donde irse, ni donde esconderse. "No puede haber un desplazamiento de personas si no hay un destino donde ubicarles de forma segura", denuncia Julia Pastor, de Cruz Roja.

Por su parte, Egipto ha blindado la frontera y no deja de enviar tanques ante posibles amenazas a su territorio. Lo que nos deja a 1,4 millones de gazatíes -entre ellos más de 600.000 niños- que se aferran a Rafah como su única esperanza. Un lugar que tampoco es el paraíso, ya que allí los bombardeos nunca han cesado. Aunque no se quieran ir, los expertos advierten que nadie está seguro en este lugar.

Asimismo, Lucía Martínez, portavoz de emergencias de Unicef de España advierte de las secuelas de la guerra: "Calculamos que la totalidad de niños de Gaza necesitan apoyo psicológico, ya que cada vez que hay un bombardeo, aunque sea lejos, tienen ataques de pánico". A esto se suma que "los niños empiezan a tener mucha agresividad". Y, es que, 7.000 niños y niñas de la franja están solos o separados de sus familias. Los que siguen acompañados han perdido sus casas y la mayoría vive en un estado permanente de ansiedad.

Las marcas físicas son visibles, pero otras cicatrices permanecen ocultas y preocupan, sobre todo, las que afectan a los más pequeños, ya que pueden condicionar su futuro, son las llamadas marcas epigenéticas, experiencias traumáticas capaces de modificar incluso el comportamiento de generaciones futuras. "Como los pequeños tienen menos capacidad para contar lo que les está pasando, existe ese riesgo de que estén enquistándose problemas que no podemos detectar", comenta la Lucía Martínez.

Estas experiencias traumáticas "producen caracteres más impulsivos", que, "en casos severos pueden transmitirlas a sus descendientes". "Esto se ha visto que es así en los supervivientes de los campos de exterminio de la Alemania nazi", informa.

Ya antes del inicio de la ofensiva israelí sobre Gaza, Unicef había detectado un aumento de intentos de suicido entre adolescentes. Si la violencia no cesa, se teme que la cifra vuelva a incrementarse.